ABC 06/07/17
EDITORIAL
EL PSOE debe ordenarse internamente y fijar criterios que ninguno de sus cargos pueda desatender en relación con el pasado de ETA. Es inconcebible que a estas alturas haya concejales socialistas que sumen sus votos a Podemos o PNV para rechazar homenajes a Miguel Ángel Blanco, asesinado vilmente por ETA hace veinte años y símbolo de la primera gran reacción social contra el entramado batasuno. Negar homenajes a Miguel Ángel Blanco y secundar la infame actitud de la extrema izquierda pone al PSOE en el terreno de la indignidad. Blanco es patrimonio de todos los españoles, no de su partido, de la misma manera que lo son tantos otros concejales asesinados por ETA. Gracias a ellos, a la resistencia de sus familias y de sus partidos por la libertad, los etarras fueron derrotados. Cada nuevo homenaje a Miguel Ángel Blanco es una nueva derrota de ETA, ahora en la memoria histórica de la sociedad española, y esto es lo que el nacionalismo y la extrema izquierda quieren evitar: que haya memoria histórica contra ETA, porque representa en parte sus propias derrotas, como cómplices y usufructuarios del terror.
Las reacciones internas en el PSOE contra el rechazo a los homenajes a Miguel Ángel Blanco son bienvenidas, como la del alcalde de Vigo, pero el hecho de que sean necesarias demuestra la grave distorsión moral que afecta a estos cargos públicos. Son pocos, sin duda, pero es significativa su indigencia moral y, por eso, no es el portavoz del PSOE quien debe ser firme, sino Pedro Sánchez, para que quede claro que el socialismo español aún conserva la lucidez necesaria para no olvidar la deuda colectiva de España con las víctimas de ETA.