Para justificar este mayor poder de decisión planteado desde Ferraz, Jiménez tiró de argumentos identitarios y explicó que el PSC es «la marca» del PSOE en Cataluña en las elecciones municipales y autonómicas, mientras que el PSOE lo es del PSC en las generales y europeas. Por tanto, al tomar una decisión en el ámbito de los comicios autonómicos, el PSC «está decidiendo también por el PSOE». «Y por el PSOE sólo puede decidir el PSOE», concluyó el portavoz de la Gestora.
Es más, desde Ferraz ven «esencial» incluir este debate en el marco de la comisión negociadora creada para abordar las relaciones entre los socialistas. «Somos dos organizaciones independientes y autónomas que se tienen que encontrar en lo político y en lo electoral», reiteró Jiménez sobre la necesidad consensuar la estrategia del PSC en Cataluña para este 2017.
Una voluntad sin precedentes que se enmarca dentro de la crisis entre el PSC y el PSOE tras el no de los diputados catalanes a la investidura de Mariano Rajoy. De hecho, el protocolo de relación entre ambos partidos –que data de 1978 y que ahora está en revisión– dice de forma textual que «el congreso del PSC es el órgano supremo del partido. Su competencia será exclusiva para establecer su estructura interna, regular su disciplina, elaborar su línea política y su programa en Cataluña».
Precisamente, en el cónclave que el socialismo catalán celebró a principios de noviembre se aprobó una ponencia marco que apuesta por crear una «alianza catalana de progreso» entre el PSC y el bloque de izquierdas, integrado por Barcelona en Comú –el partido de Ada Colau–, Podemos, Iniciativa y EUiA. Es decir, llegar a acuerdos «preelectorales» con el nuevo espacio político que ultiman la alcaldesa y el diputado de En Comú Podem, Xavier Domènech, para sumar más apoyos que el bando soberanista en el caso de que se celebren unas elecciones autonómicas en 2017. Una hipótesis con la que trabajan los socialistas catalanes teniendo en cuenta el poco recorrido que dan al referéndum planteado por Junts pel Sí y la CUP.
Es más, hace apenas una semana el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, recuperó la idea y volvió a insistir en un posible gobierno con los comunes–así se conoce popularmente la nueva formación de la ex activista– para presidir la Generalitat. «Ahora, de entrada, acercarse a los comunes parece lo más favorable, pero no sé si irán con un programa u otro: habrá que ver», aseguró tras poner tres condiciones para apoyar un eventual Ejecutivo de izquierdas: «Que no diga que se quiere saltar la ley, que no diga que el objetivo del Gobierno es ser independiente, y que no quiera hacer políticas conservadoras».
Condiciones que ahora tendrá que avalar el PSOE si cumple su anuncio de querer controlar los pactos de los socialistas catalanes. De hecho, el PSC ya gobierna con Ada Colau en Barcelona desde mayo de este año, con cuatro concejales en su equipo municipal. Un acuerdo que permitió a los socialistas volver a los puestos de mando del Ayuntamiento tras el mandato de Convergència y que el PSC presenta como aval para reeditar la alianza en el terreno autonómico.