Pedro Sánchez se asoma otra vez al abismo. El PSOE se enfrenta el próximo domingo a dos convocatorias electorales que trascienden su nivel autonómico para cobrar importancia nacional, con posibles efectos incluso sobre la investidura.
Los ciudadanos de Galicia y del País Vasco deciden este año mucho más que sus respectivos parlamentos y gobiernos autonómicos. El PP se juega en Galicia el aval electoral a la estrategia llevada a cabo por Mariano Rajoy tras las elecciones e, incluso, podría ganar en el País Vasco un nuevo aliado, el PNV. Pedro Sánchez, por su parte, puede fortalecerse o debilitarse internamente en un momento crucial en España y en el PSOE, un partido envuelto en una guerra de poder entre el secretario general y la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz.
Casi todas las encuestas vuelven a pronosticar una debacle socialista en las dos comunidades. Sin embargo, y tras la experiencia de las generales de junio, Pedro Sánchez ya no se cree los sondeos, que infravaloran al PSOE, según estima Ferraz. La dirección confía en tener un buen resultado en Galicia y en resistir en el País Vasco.
El líder socialista aspira a que Alberto Núñez Feijóo pierda la mayoría absoluta y a que el PSdeG sea segundo por delante de En Marea, en contra de los sondeos. En ese caso, el PSOE da por hecho que el próximo presidente de la Xunta sería su candidato, Xoaquín Fernández Leiceaga, en coalición con En Marea y el BNG.
En el País Vasco, Ferraz da por descontado que el PSE-EE sufrirá un importante retroceso por la irrupción de Podemos (que ganó las generales en la comunidad en diciembre y en junio). Pero espera resistir y quedar por encima de los ocho o nueve escaños que le dan los sondeos.
Los críticos con Sánchez no son tan optimistas. Consideran que el resultado puede ser un desastre y están dispuestos a pedir responsabilidades al secretario general si éste se produce. Ante un Sánchez debilitado, los barones creen que podrían forzar un cambio de rumbo para hacer posible que arranque la legislatura con el PP al frente del Gobierno.
Las direcciones autonómicas del PSOE en Galicia y el País Vasco son defensoras tanto de Sánchez como del no en la investidura. Por ello, los resultados tendrán una inmediata lectura interna a favor o en contra del secretario general, que se está volcando en la campaña electoral de las dos comunidades, con más de una docena de actos en 15 días.
GALICIA
Los socialistas gallegos están convencidos de que pueden ser la segunda fuerza política, a pesar de que la mayoría de los sondeos dan por seguro el sorpasso de En Marea, como ya ocurrió en junio. Si se cumplen esas encuestas, el PP consigue mayoría absoluta y En Marea supera al PSOE, estaríamos ante una importante debacle de los socialistas gallegos que afectaría a Sánchez.
Sin embargo, el PSOE ya superó a En Marea el 26 de junio contra todos los pronósticos. Fuentes del PSdeG aseguran que «no hay tensión suficiente en Galicia como para volcar esa tendencia». Además, la mala gestión de las Mareas en varias ciudades, la división entre las fuerzas que conforman el partido instrumental y la ausencia de tensión electoral hacen pensar a los socialistas gallegos que resistirán como segunda fuerza.
El objetivo del PSdeG –y de Ferraz– es mantener sus actuales 18 diputados y que Feijóo baje de 38 (la mayoría absoluta). En caso de producirse ese resultado, los socialistas no tienen dudas de que la Xunta volverá a tener un presidente socialista. «Aquí no está Pablo Iglesias [ni siquiera ha viajado aún a Galicia en campaña] y no hay obstáculos para el pacto entre el PSOE y En Marea, que todos damos por seguro», aseguran fuentes de la dirección del PSdeG a este diario.
La caída de Feijóo sería un duro golpe para el PP y un espaldarazo para Sánchez. Pero aunque no se produzca, el PSOE da por seguro que quedará por encima de los socios gallegos de Pablo Iglesias.
PAÍS VASCO
Los socialistas vascos también se enfrentan a los oscuros augurios de los sondeos, que predicen que pueden perder a la mitad de sus 16 diputados, quedando relegados, con ocho actas, a la cuarta o la quinta posición en la Cámara vasca.
La irrupción de Podemos como partido nuevo afecta especialmente a los socialistas, pero también a Bildu. Los de Pablo Iglesias son especialmente fuertes en el País Vasco a pesar de haber tenido graves problemas orgánicos.
Sin embargo, fuentes socialistas apuntan a que Podemos se ha acercado más a los postulados abertzales que a los socialistas, por lo que creen que la sangría de votos por la izquierda que sufrió en las generales puede haberse detenido. Además, el PSE también obtuvo en la comunidad en las generales mejor resultado de lo que decían las encuestas. En diciembre, los sondeos le daban dos diputados (tuvo tres) y en junio, uno (y mantuvo los tres).
El PSE calcula que en las autonómicas puede conseguir unos 12 escaños, lejos de los 16 actuales, pero muy por encima de los ocho que dicen las encuestas. Fuentes de la dirección del partido en la comunidad estiman que pueden perder un parlamentario por Vizcaya, uno o dos por Álava y uno o dos por Guipúzcoa, unos cuatro en total.
El PSE se presenta a las elecciones con un discurso muy claro: defiende el Estado del Bienestar, se opone a los recortes, rechaza el llamado derecho a decidir y quiere servir de muro de contención ante las posibles aspiraciones soberanistas del PNV. De hecho, presume de ser la formación más transversal y que más garantiza la estabilidad de las cinco con más opciones de conseguir representación.