- La Comisión Ejecutiva Federal la ha elegido Pedro Sánchez reunido con Pedro Sánchez y convenientemente asesorado por Pedro Sánchez
Desde que José Luis Rodríguez Zapatero, saltándose toda la tradición histórica y todos los procedimientos existentes en el PSOE desde su nacimiento, decidió separar la elección del secretario general de la del resto de la ejecutiva, los congresos socialistas, antaño tan duros que se decía que «uno sabe cómo entra el congreso, pero no cómo sale», se convirtieron en una especie de celebración de cumpleaños infantil, en la que, lejos de contarse las intervenciones críticas a la dirección saliente, lo que se contaba eran los minutos de aplauso al líder.
Eso sí, al menos con ZP alguna discusión ideológica menor se seguía manteniendo, las cosas como son.
Un modelo de cesarismo imperfecto que, tras la llegada de Pedro Sánchez al poder gracias a las primarias, se ha perfeccionado de tal manera que el en el actual PSOE, liberados ya de la engorrosa labor de tener que elegir una ejecutiva federal que ya no ejecuta nada, el debate ideológico de mayor enjundia va a ser si al final del evento los delegados cantarán la versión clásica de la canción «cumpleaños feliz» o si optarán por la versión del grupo infantil Parchís, mucho más fresca y actual.
Porque de lo que no le queda duda alguna a nadie es que la Comisión Ejecutiva Federal la ha elegido Pedro Sánchez reunido con Pedro Sánchez y convenientemente asesorado por Pedro Sánchez previa recepción cosmética a los cabezas de delegación de las principales federaciones.
No hay duda alguna sobre la escabechina sangrienta y cruel que Sánchez ha cometido con los camisas viejas del sanchismo, con los sanchistas de primera hora
Una lista en la que, a pesar de las loas a la unidad lanzadas por los bardos habituales desde columnas, tertulias y radios, solo hay un común denominador, la escabechina sangrienta y cruel que Sánchez ha cometido con los camisas viejas del sanchismo, con los sanchistas de primera hora, con todos aquellos militantes y cuadros del PSOE que decidieron apoyarle en dos procesos de primarias y le otorgaron todos los poderes incluido el poder de sacrificarlos a la vuelta de la esquina, un poder que Sánchez ha ejecutado alegremente quitándoles de en medio a las primeras de cambio.
Tanto es así que si comparamos la nueva dirección del PSOE con la que salió del anterior congreso no existe un solo hilo conductor que no sea la suprema voluntad de Pedro Sánchez, un nuevo César que con su pulgar izquierdo marca el destierro a las tinieblas exteriores de los socialistas que caen en desgracia sin tener siquiera que justificarlo o que otorga la bendición de su mirada a otros sin más razón aparente que su humor.
Era un PSOE lleno de tenores que además no cantaban siempre la misma canción pero… ganaban elecciones y transformaban la realidad
Y una última nota sobre estas misas rocieras en las que se han convertido los congresos de los partidos. Los que ya peinamos canas recordamos que durante muchos años, mientras en los congresos del PP reinaba la calma chicha producida por los hiperliderazgos internos tan potentes como estériles en votos, el PSOE era un hervidero de declaraciones fuera de cacho, opiniones diferentes, debates a cara de perro y ponencias debatidas hasta las 5 de la mañana con discusiones bizantinas sobre dos adjetivos, un PSOE lleno de tenores que además no cantaban siempre la misma canción pero… ganaban elecciones y transformaban la realidad.
En aquel momento, la prensa progresista alababa estas divergencias y esta coralidad política e ideológica a la que dotaban de propiedades casi místicas mientras que criticaban el inmovilismo y monolitismo de la derecha.
Ahora que la cosa se ha dado la vuelta y que es en el PP en el que se producen más salidas de línea y más debates desde lo ideológico hasta lo orgánico veremos lo que sucede, aunque creo que ya lo sabemos todos.