Concha Andreu, la presidenta del PSOE riojano es un símbolo del socialismo sanchista. Más que la cabra de la Legión para los asistentes a la Fiesta Nacional, que diría Alfonso Guerra cuyo comentario sobre el reparto de los calores socialistas entre un presidente (¿quién le habrá dicho que Sánchez es un presidente del Gobierno?) fue interpretado como un apoyo al doctor Sánchez. En realidad no era tal. Para interpretarlo habría que ir a una entrevista con Évole hace dos años y medio, en la que se mostraba más explícito: “En el PSOE, presentamos de candidato a una cabra y gana la cabra”. Tal como están las cosas allí dentro la única crítica posible es el piropo.
Digo lo de Concha Andreu por las prisas. “Esto empieza bien” escribió en su móvil sobre una foto que recogía el velocímetro de su coche marcando 156 kmh, hacia el Congreso de Valencia. Ya hace algún tiempo que los congresos socialistas habían empezado a realizarse con el protocolo del cocido maragato. En primer lugar, la ingesta proteica (las carnes y el relleno), después los garbanzos y el repollo y finalmente la sopa, orden que se les antojaba más práctico por si les atacaban inopinadamente los franceses. Normal, las prisas.
Ayer congregó Sánchez a sus barones y ministros para componer una vistosa foto de familia ante el Congreso que se cerrará mañana, reforzando la presencia de los delegados con una convocatoria a lo que pomposamente llaman la militancia, o sea, lo que en tiempos más respetuosos con el diccionario de llamaba ‘los simpatizantes’. Quiere que este congreso sirva para rearmar el partido, aunque debería empezar por admitir que él fue el artífice que lo desarmó. Piensa reducir la Ejecutiva a la mitad y reforzarla políticamente con ministros. ¿Políticamente con esa tropa? Naturalmente ya sabemos,-Carmen Calvo también-, que va a incumplir la promesa que la hizo de ungirla presidenta del partido. Tan fiel a sí mismo. Pero estarán junto a él los tres secretarios generales que aún viven: Felipe, Almunia y Zapatero.
¿Y qué ha devuelto a Felipe González a la cercanía del sanchismo, si puede saberse? Pues según contaba eldiario.es en información no desmentida, el interés que tiene el ex presidente “por el potencial energético de los excedentes de biomasa forestal tras los incendios”. Es impresionante que estas cosas le unan más a Sánchez de lo que debió separarle un pacto de Gobierno con el tipo que dijo el 2 de marzo de 2016 en el Congreso: “Felipe González tiene el pasado manchado de cal viva”. Es verdad que bajo la Presidencia de González dirigentes socialistas y algunos funcionarios organizaron una trama terrorista, el GAL, materia del denuesto de Iglesias que sabe, o debería saber, lo que es el terrorismo en su árbol genealógico. Felipe acudió a despedir a dos condenados, el ministro Barrionuevo y Rafael Vera, a las puertas de la cárcel de Guadalajara y allí dieron un mitin ante miles de congregados socialistas. No estuvo bien, pero tampoco es cosa de que se encoja de hombros ante el pacto de Sánchez con Iglesias y con los herederos directos del terrorismo etarra. Lo decía el gran poeta navarro Ramón Irigoyen: “Entre Sodoma y Pamplona hay un justo término medio que es París”.