El puzzle vasco

LIBERTAD DIGITAL 22/03/16
CAYETANO GONZÁLEZ

En siete meses, si el lehendakari Urkullu en uso de la facultad que le atribuye el Estatuto de Gernika no las adelanta, habrá elecciones en el País Vasco. El último Euskobarómetro que dirige el profesor de la Universidad del País Vasco, Francisco Llera, conocido la pasada semana dibuja un mapa político enormemente endiablado a la hora de buscar la gobernabilidad en la Comunidad Autónoma Vasca.

En un Parlamento integrado por 75 diputados, donde por tanto la mayoría absoluta se sitúa en 38, las previsiones del Euskobarómetro apuntan a que el PNV volvería a ser el partido más votado con 22-23 escaños, seguido a corta distancia –y esta es la gran novedad– por Podemos, con 19-21 escaños. En tercer lugar se situaría la marca de ETA, Bildu, con 13 diputados, y a continuación el PSE con 9. El PP sacaría 8-9 y Ciudadanos, que entraría por primera vez en la Cámara Vasca, tendría 1-3 escaños.

A la vista de estas previsiones electorales, que coinciden bastante con las dibujadas en otro estudio elaborado por el Gobierno Vasco a finales de año, las combinaciones para formar el ejecutivo de Vitoria son variadas. Y a las mismas no será ajeno todo lo que pase en las próximas semanas en el escenario político nacional: bien sea porque Pedro Sánchez consigue sacar adelante su investidura con el apoyo de una manera o de otra de Podemos, bien porque no lo consigue y hay nuevas elecciones.

El partido que a estas horas tiene que estar más preocupado por las encuestas demoscópicas es, sin duda, el PNV. Su presidente, Andoni Ortuzar, dijo hace unos días que el objetivo de las demás formaciones políticas era sacar al PNV del poder y no le faltaba razón. Por eso, el PNV estará en el momento presente debatiéndose qué hacer: si seguir esa senda de la «moderación» que ha recorrido en los últimos años, después del fiasco que supuso el denominado plan Ibarretxe o, por el contrario, si vuelve a dar un volantazo –las famosas dos almas del partido fundado por Sabino Arana- y busca con Bildu conformar un frente independentista y crearle, como dijo Otegui en Anoeta, crear un nuevo problema al Estado además del de Cataluña.

Si optan por seguir en la «moderación», apoyarán a Sánchez en Madrid si este necesita los 6 diputados del PNV para su investidura y a cambio le pedirán que dentro de unos meses el PSE apoye a Urkullu para que este siga en Ajuria-Enea. Y si la suma de los escaños del PNV y del PSE no fuera suficiente, siempre estaría el PP, que con un pésimo resultado, podría apuntalar ese ejecutivo formado por nacionalistas y socialistas.

La otra gran incógnita que plantean las elecciones vascas es la candidatura o no del recién salido de prisión, Arnaldo Otegui, al frente de la marca de ETA, EH-Bildu. Si al final se consigue burlar la inhabilitación que pesa sobre el ex –miembro de ETA, el objetivo fundamental de Otegui será recuperar ese voto de izquierda radical, antisistema, que en las pasadas elecciones generales se fue a Podemos en tal proporción, que convirtió al partido de Pablo Iglesias en la formación más votada en el País Vasco, por delante del propio PNV.

La posibilidad de un gobierno de izquierdas formado por Podemos, Bildu y el PSE no hay que descartarla, pero tendría un coste de tal magnitud para los socialistas en el resto de España por el hecho de estar una marca de ETA en el mismo, que cuesta pensar que desde Ferraz, estuviese Pedro Sánchez o Susana Díaz, se diera luz verde a esa operación, que por otra parte sería la que desearían algunos socialistas vascos como Jesús Eguiguren o Genma Zabaleta.

El PP se sigue desangrando en el País Vasco, y con 8-9 diputados y una intención de voto del 9,4% retrocedería a los niveles de representación que tenía el centro-derecha vasco en la década de los años 80. Un auténtico papelón para el actual presidente de los populares vascos y ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, que es el candidato natural de su partido a lehendakari, pero al que no le hará ninguna gracia tener que volver a Vitoria en estas circunstancias.