El nuevo Gobierno Vasco debería saber que si no marca perfil propio, sus adversarios lo harán por él. No parece muy convincente quitar importancia a la decisión de ETB de dar la emisión del Rey en Nochebuena, como todas las comunidades autónomas. Es un «síntoma de normalidad», cierto. Pero tiene su importancia.
El sociólogo Paco Llera lleva tantos trienios en su profesión que ha podido comprobar, en primera persona, cómo sus encuestas del Euskobarómetro, tan engrasadas, tan trabajadas y tan asentadas, iban siendo mejor o peor acogidas según los resultados. Durante las legislaturas de Ibarretxe en las que sus iniciativas fueron sometidas a juicio «demoscópico», los resultados no fueron, en muchas ocasiones, del agrado de la parroquia y, por lo tanto, los nacionalistas dudaban del método. Pero si los encuestados suspenden en su mayoría, la gestión del lehendakari, como ha ocurrido ahora que el PNV está en la oposición, la cosa cambia.
De las reacciones del último sondeo, se esperaba, por lógico, el empeño del nuevo Gobierno Vasco por minimizar la cuestión ante la realidad tan descarnada de ese 71 por ciento de encuestados que dicen no confiar en la gestión de Patxi López. El gobierno está tranquilo, según su portavoz Idoia Mendia, aunque parece que no se hace cargo de todo lo que tiene que corregir para asegurar la estabilidad del quicio de las encuestas sobre su popularidad. Que no sólo pasa por mejorar la política de comunicación para que el ciudadano se dé cuenta de todo lo que está haciendo el ejecutivo de Ajuria Enea. Pero ésa es otra cuestión.
Es cierto que el lehendakari lleva pocos meses de gestión y aguijoneado diariamente por el PNV (los demás partidos de la oposición cumplen con su papel de una forma menos obsesiva) y que necesita tiempo para que los ciudadanos vascos tengan más datos para ponerle nota. Pero lo que sorprende especialmente es la actitud del PNV según sople el viento de las encuestas. Porque si, en anteriores legislaturas, solían poner sordina a los sondeos del Euskobarómetro cargando contra su director, el prestigioso Paco Llera, que no era de los suyos, helos aquí, tomando ahora esta encuesta como una referencia bíblica.
Un sondeo que preguntaba acerca de muchas cosas: el Estatuto, la identificación con la independencia, en fin, asuntos de los que los nacionalistas no salían muy satisfechos, entre otras cosas porque la Carta de Gernika tiene ahora mucha más aceptación que hace treinta años o porque las ganas de independencia están más contenidas de lo que quisieran los nacionalistas unidos. Por esa razón, Egibar ha preferido no decir «ni Pamplona» del Estatuto para centrarse en el alto grado de insatisfacción de los encuestados con la gestión del nuevo Gobierno. Su única labor (que será divina porque él la denomina «misión») es la de desgastar al lehendakari hasta que tire la toalla. A ver si con un poco de suerte y tozudez a Patxi López le sacan de quicio las encuestas y empieza a ponerse nervioso.
De ahí que el mensaje de la portavoz Idoia Mendia haciendo alusión a la «tranquilidad» del Gobierno tuviera una carga de profundidad. Nuestros políticos deberían ser más coherentes. Y si declaran que las encuestas «son solo encuestas» porque las verdaderas encuestas son las respuestas de las urnas, eso vale para días impares y años bisiestos. Y también cuando les son favorables. Del mismo modo el nuevo Gobierno Vasco debería saber que si no marca perfil propio, sus adversarios lo harán por él. No parece muy convincente quitar importancia a la decisión de ETB de dar la emisión del Rey en Nochebuena, como todas las comunidades autónomas. Es un «síntoma de normalidad», cierto. Pero tiene su importancia.
Tonia Etxarri, EL DIARIO VASCO, 23/12/2009