Iñaki Ezkerra-El Correo
- Figuras como Óscar Puente aparecen porque hay políticos que se han tirado al monte
Es el gran hombre del momento, lo cual demuestra en qué clase de momento estamos, qué entendemos por grandeza y a qué tipo de hombres se la atribuimos. Hablo, naturalmente, de Óscar Puente, el sujeto que saltó al estrellato nacional con un sambenito ideado por su propio partido -‘el quitanieves’- para parar a un Feijóo que ya estaba parado por una investidura que no salía ni ‘patrás’. Su hazaña, la de quitar unas nieves que no pasaban de charquitos de hielo, lo ha catapultado a las altas esferas del sanchismo y a su ingreso por la puerta grande en el núcleo duro que negociará la investidura del actual presidente en funciones con todos los grupos políticos excepto con Vox, lo que no acaba de comprenderse. Y es que, para un partido que tiene personajes como Ortega Smith o Buxadé, con los que colisionar como con un iceberg, va Óscar Puente y rompe con él todo puente, o sea, toda oportunidad de volver a brillar.
Pero dejemos a un lado al personaje, que no aporta gran cosa a un panorama político hecho a su perfecta medida. A uno lo que de verdad le llama la atención es esa nueva creación, esa función pionera, esa original figura parlamentaria que acaba de nacer en el guiñol de nuestra vida pública y que nos ha caído encima como escapado del blanco paisaje de una estación de esquí. A partir de ahora, un líder de partido que no disponga de un quitanieves para que le allane el camino de la réplica a sus adversarios no es realmente nadie.
Dicen que las nuevas tecnologías, el desarrollo de la informática y de la inteligencia artificial están dando lugar al surgimiento de profesiones que hasta hace unos pocos años nos parecían insospechadas. Quizá el quitanieves responda a ese revolucionario fenómeno aunque la verdad es que, a simple vista, no parece que sea un cometido que requiera de una científica ni sofisticada preparación. Quizá pronto surjan másters, licenciaturas, títulos académicos que permitan distinguir al personal acreditado en esas lides mecánicas del mero aficionado; del quitanieves de pega. Quizá se convierta en una entrañable escena familiar la del niño que confiese a sus padres que desea ser quitanieves cuando sea mayor.
Sea como sea, estamos ante un caso obvio de transespecie que reduce al plano físico del tráfico el debate público que en otros tiempos se dirimía en el territorio intangible y abstracto de las palabras y los conceptos. El quitanieves baja de las montañas porque hay unos políticos que se han tirado al monte. La pregunta que a uno le suscita el caso de Óscar Puente, el único quitanieves que por ahora he conocido, es si actuará con las mismas ganas de colisión que mostró frente a Feijóo cuando se vea ante las nieves o los hielos de los Junqueras y los Puigdemont.