IGNACIO CAMACHO-ABC

  • «Las encuestas son sólo herramientas. En una campaña como esta no las puedes convertir en el centro de una estrategia»

Sí, nos equivocamos. Los medios, ‘mea culpa’ por la parte que toca, la oposición, los consultores, las encuestas. A éstas las pongo al final aunque deberían ser las primeras porque los errores de todos los demás provienen de habernos fiado de ellas. En descargo, si lo hay, se puede alegar que son el principal, si no el único, método de ciencia social para explorar estados de opinión ciudadana, y que venían contrastadas por una trayectoria de aciertos merecedora de confianza. Pero no supieron –ni supimos– detectar el cambio de tendencia en la última semana. Lo que sigue es el resumen de varias conversaciones con profesionales expertos en campañas.

«Los sondeos, por fiables que sean, son sólo instrumentos de orientación, herramientas. Y uno de los problemas de estas elecciones es que ciertos partidos, en concreto el PP, los han convertido en eje de una estrategia. No puedes usarlos como sucedáneo de tu trabajo político porque si fallan te caes con todo el equipo. Y siempre ha habido fallos en todos sitios, no porque la gente no diga la verdad, eso es un mito, sino porque a menudo cambia de opinión cuando es demasiado tarde para advertirlo. Y eso es lo que pasó el domingo, aunque los últimos ‘trackings’ deberían haberlo percibido».

«Hay tres factores que se escaparon. El primero, Cataluña, donde la subida del PSC, que estaba prevista, rebasó todas las expectativas. El voto útil del independentismo catapultó a los socialistas. El segundo, la gente de derechas que se relajó, en Madrid y otros grandes núcleos urbanos, dando el triunfo por sentado. Ahí se han podido disipar unos cuantos escaños. Y el tercero, el más importante, el reflujo del trasvase de antiguos electores del PSOE descontentos con el Gobierno Frankenstein. La mitad aproximada de los que se habían manifestado dispuestos a castigar a Sánchez acabaron votándolo sin decírselo a nadie. Todos considerábamos que los pactos con Vox estaban amortizados pero resultaron determinantes. La alarma lanzada por la izquierda funcionó en el momento clave«.

«Fue una operación bastante eficaz de juego subterráneo. Ferraz ha gastado mucho dinero en un bombardeo de mensajes segmentados, dirigidos sobre todo a usuarios de Facebook. Perfiles muy definidos seleccionados mediante marketing programático. Percusión masiva sobre el peligro de la ultraderecha. Los populares estaban en Babia; desde el debate habían dado la campaña por resuelta. Sí, recibieron la advertencia, incluso algunas contrapropuestas. Rechazadas: les estaban birlando el triunfo y no se dieron o no quisieron darse cuenta».

«Por supuesto que las casas demoscópicas tendrán que hacer autocrítica. Pero no tienen la culpa del fiasco en exclusiva. En una batalla de esta clase hay que tener intuición por si el radar se avería. Y no fiarse nunca, nunca, de un adversario con demostrada superioridad propagandística».