Luis Ventoso-ABC

  • Sánchez alerta contra el extremismo con todo su tinglado sostenido por los peores enemigos de España

El separatismo catalán se cuidó durante mucho tiempo de impostar una faz amable, que llevaba a Junqueras a hablar farisaicamente de ‘los españoles’ como ‘los mejores de los amigos’ del pueblo catalán. Debido a esa estrategia de simulación, a los dirigentes independentistas les irrita que los tachen de supremacistas y xenófobos, cuando lo son. El supremacismo es la ideología que defiende la superioridad de un colectivo humano por motivos étnicos, culturales, religiosos o de procedencia. Y esa es precisamente la entraña que anima al movimiento antiespañol en Cataluña (y el País Vasco). Lo denunció con claridad un destacado político español en mayo de 2018, cuando Torra llegó a la presidencia. Se apellidaba Sánchez. En una ejecutiva del PSOE llamó ocho

veces ‘racista’ a Torra y dijo: «La elección del señor Joaquim Torra ha destapado las vergüenzas racistas del separatismo». Al mes siguiente, ese Sánchez mutaba y okupaba el poder mediante una turbia alianza con aquellos a los que unos días antes tachaba de racistas.

Siempre resulta instructivo recordar los diez apellidos más comunes en Cataluña. ¿Serán Torra, Borrás, Junqueras, Pujol, Rull, Turull, Laporta, Forcadell…? Me temo que no. Son estos: García, Martínez, López, Sánchez, Rodríguez, Fernández, Pérez, González, Gómez y Ruiz. Los mismos que en las Castillas, o en la mayor parte de España. La sociedad catalana es una mezcla de personas de todas partes del país. Sin embargo, al repasar los altos cargos de la Generalitat los apellidos más comunes tienden a desaparecer, para dejar paso a los pata negra. El independentismo distingue claramente entre catalanes de primera y segunda. Laura Borrás, hoy presidenta del Parlament con un caso de corrupción de libro, despreció a un conocido periodista deportivo argumentando que «es solo un español nacido en Cataluña». También descubrió una «arrogancia inconmensurable de los españoles» asociada a su ADN (racismo flagrante). Junqueras es autor de un artículo donde celebraba que «los catalanes tienen más proximidad genética con los franceses que con los españoles» (racismo flagrante). El último ejemplo de esa hedionda enfermedad del alma ha sido la estrategia del Gobierno catalán de lastrar la vacunación de los policías y guardias civiles que allí viven, mientras se vacunaba a todos los mossos.

Estos fanáticos supremacistas, cuya meta es destrozar España, y el partido sucesor de ETA, organizador de fiestuquis en honor a asesinos en serie, son los aliados que sostienen el Gobierno de Sánchez (se ha visto de nuevo con ERC y Bildu salvando a Marlaska de la reprobación). Tras todo su empalagoso tinglado de Rey Sol, lo que tenemos es un presidente débil que ha aceptado una alianza felona. Por eso es una coña ver a Sánchez, el candidato del PSOE en Madrid, lanzando acalorados avisos en un mitin contra el peligrosísimo extremismo de su socorrida ‘ultraderecha’. ‘¡Basta!’, clamaba alborotado. De lo que realmente basta es de padecer a un presidente de España con todo su tinglado sostenido por los peores enemigos de España.