JULIO REY – EL MUNDO – 09/07/17
· El meu país és tan petit que des de dalt d’un campanar sempre es pot veure el campanar veí. Diuen que els poblets tenen por, tenen por de sentir-se sols, tenen por de ser massa grans, tant se val! és així com m’agrada a mi i no sabria dir res més. Canto i sempre em sabré malalt d’amor pel meu país. (Es tan pequeño mi país que desde lo alto de un campanario siempre puede verse el campanario vecino. Dicen que los pueblos tienen miedo, miedo a sentirse solos, miedo de ser demasiado grandes, no importa, es así como a mí me gusta y no sabría añadir nada. Canto y siempre me sabré enfermo de amor por mi país). Canta Lluís Llach rodeando su voz de compases lánguidos que van en crescendo hasta sentirse carillones de campanario tocando arrebato. Frontera señalada con líneas de pentagrama cismático. Patrias y banderas. Antiguallas cansinas. Todas.
Los inclementes toques de tambor del timbaler del Bruc son un dolor de cabeza por impertinentes y su escándalo más parecen cortinas de humo. Los líderes del procès sin probable mayoría plebiscitaría suficiente ¿qué intentan disfrazar? Cataluña es un catálogo de mala gestión, déficit, recortes, deuda, empresas públicas en quiebra, corrupción: con las listas de espera para intervenciones quirúrgicas urgentes más largas, Cataluña supera la media del resto de España, hasta cinco meses hay que esperar para una consulta ginecológica; caduca sin ejecución la partida presupuestaria correspondiente a resolver o dar ayudas para la pobreza energética; mordidas del 3%… Es dramático el abandono de la sanidad pública y de otras cuestiones sociales por parte de un Govern de Catalunya, presidido por Carles Puigdemont, que prioriza la necesidad «nacional» de conseguir urnas para un referéndum del que, imperiosamente, tiene que salir el etéreo reino independiente de Catmelot. Jordi Pujol dio el disparo de salida cuando empezó a vislumbrar su necesidad de que un Tribunal Superior de Cataluña fuera la amparadora última instancia judicial que resolviera su caso; una huida hacia adelante que se prolonga en el tiempo y que no debe salir barata: partidas económicas, subvenciones… Opacidad sospechosamente prevaricadora.
La seguridad jurídica ha fijado las reglas del juego: si los secesionistas consiguen en España 3/5 del parlamento es posible cambiar la Constitución y hacer legalmente su referéndum vinculante. Que lo hagan, si no en Cataluña el porcentaje de independentistas como de no independentistas son parejos y significativos y la fractura social es fatalmente inevitable.
Con desparpajo, Puigdemont exige democracia al Estado español y al mismo tiempo, cuando los editoriales no gustan en la Generalitat, niega subvenciones y veta a las cabeceras catalanas críticas. Tics tacs dictatoriales. Si jo l’estiro fort per aquí i tu l’estires fort per allà, segur que tomba, tomba, tomba, i ens podrem alliberar… Si yo tiro fuerte por aquí y tú tiras fuerte por allí, seguro que cae, cae, cae y podremos liberarnos, cantaba Lluís Llach en 1976, en el Festival de los Pueblos Ibéricos de la Universidad Autónoma de Madrid y le hacíamos los coros. Eran otros tiempos.