EL MUNDO 04/01/14
ERNESTO SÁENZ DE BURUAGA
Los que insultaban en Eibar a las víctimas del terrorismo decían una gran verdad: «Los vuestros en el hoyo y los nuestros en casa». Ése es el resumen de cómo han sucedido las cosas en los últimos dos años para el mundo de ETA. Que el juez haya permitido o no el acto público y posterior comida de los 63 terroristas excarcelados por la anulación de la doctrina Parot es casi una anécdota en el relato de lo sucedido. Un relato, palabra también elegida por ellos, que elaboran los verdugos para cambiar la historia: donde los terroristas eran los malos y mataban a inocentes y los buenos, los que defendían la democracia, terminaban en los cementerios.
Sus lágrimas son nuestras carcajadas, decía el sanguinario De Juana Chaos desde la cárcel. Y desde entonces siguen riendo. ¿Qué ha pasado?¿En qué momento el Estado ha perdido los papeles? ¿Cómo es posible que el ansia de paz del iluminado Zapatero llevara a tamaña irresponsabilidad? ¿Cómo es posible que estén en las instituciones con el salvoconducto del Constitucional, salgan de la cárcel con la venda de la Justicia en los ojos, impongan condiciones para perdonarnos la vida y marquen sus tiempos como si llevaran las riendas de esa negociación que nadie admite pero todos sabemos que ha existido?
Con las nuevas reglas del juego, que les han regalado los gobiernos de España, han tomado aire en una partida que tenían perdida. Tanto aire que se permiten sacar comunicados donde ponen al mismo nivel a los que matan y a los que mueren. La alegría, los abrazos con sus familiares y amigos, las fotos de ilustres asesinos con condenas de miles de años de cárcel brindando, son fruto de la legalidad, de los derechos que les concede ese Estado al que combatían. Pero ese Estado, este Gobierno, no puede ni debe quedarse de brazos cruzados esperando que den un nuevo paso que les lleve a conseguir sus objetivos. No están derrotados. Cómo van a estarlo si cada día tienen cosas que celebrar. Si las calles son suyas y los homenajes se hacen a los asesinos y no a los asesinados. Tenemos muchos problemas. Pero dos que no se curan con el tiempo. ETA y la independencia de Cataluña.