EL CORREO 12/04/14
El lehendakari nombra como asesores a Ezenarro y Ullibarriarana
El lehendakari resolvió ayer la destitución de Txema Urkijo como asesor de Víctimas con el nombramiento para el puesto de dos personas: la exparlamentaria Aintzane Ezenarro y el funcionario de este servicio Enrique Ullibarriarana. Ni las víctimas ni el PSE ni el PP ahorraron críticas a las designaciones, en las que ven un paso atrás en el consenso. BILBAO. El lehendakari despejó ayer la incógnita que ha acompañado a su Gobierno desde que hace semana y media decidiera cesar a Txema Urkijo como asesor de Víctimas. Iñigo Urkullu puso ayer nombres, que no nombre, a las dos personas que pasarán a ocupar este cargo a partir de ahora: la exparlamentaria de Aralar Aintzane Ezenarro y el funcionario, muy vinculado desde años con la atención a los damnificados, Enrique Ullibarriarana. Los nombramientos, sin embargo, no tardaron en levantar los primeros recelos, tanto entre las víctimas del terrorismo como en la mayoría de los partidos de la oposición, que ven que con este paso el lehendakari se aleja de la senda del «consenso». Tan solo EH Bildu optó por guardar silencio.
La posibilidad de que Ezenarro fuera la apuesta del lehendakari figuraba en todas las quinielas. Excompañera de fatigas de Jonan Fernández en Elkarri, con el que le une una larga amistad –nada que ver con las diferencias que existían entre el secretario de Paz y Convivencia y Urkijo–, la exparlamentaria formaba parte ya del engranaje del Ejecutivo de Vitoria. Entre otras labores, se encargaba de impulsar el programa de víctimas en las aulas. Un trabajo que seguirá haciendo pese a su nuevo cometido. La sorpresa del gesto, sin duda calculado, del lehendakari residió en su apuesta por ascender, en lo que al cargo se refiere, a un ‘hombre de la casa’: Ullibarriarana, cuya vinculación con el ámbito de las víctimas se retrotrae a 1990. Primero, como técnico de la consejería de Interior. Después, como secretario de la exdirectora de atención a los damnificados Maixabel Lasa, por petición expresa de esta última; y en la actualidad, de quien pasó a ocupar dicho puesto, Mónica Hernando.
Su trabajo hasta la fecha, y parece que podría seguir siéndolo, tuvo una nula repercusión pública. Ahora bien, Ullibarriarana aporta al equipo su capacidad de interlocución con las víctimas del terrorismo, especialmente con las de ETA. Una cuestión clave en un momento en el que, a las críticas por el cese de Urkijo, se suma que buena parte de los damnificados haya visto con muchas dudas –e incluso criticado–, al menos a priori, la designación de la que será su compañera, Aintzane Ezenarro.
La directora de Víctimas y Derechos Humanos anunció ayer mismo que los dos nuevos asesores iniciarán en «próximas fechas» una ronda de contactos con los colectivos de afectados por el terrorismo. «Ambos trabajarán desde la empatía y la búsqueda de consensos», manifestó Hernando, quien defendió la «intachable» trayectoria de Ezenarro y Ullibarriarana. Con quienes no tendrán el camino fácil, al menos la exparlamentaria de Aralar, es con las asociaciones mayoritarias, tanto en Euskadi como a nivel estatal. Y es que desde Covite como también desde la AVT no dudaron en criticar su nombramiento. Covite llegó incluso a insistir en la «necesidad» de relevar «urgentemente» a Jonan Fernández al frente de la Secretaría de Paz y Convivencia y situar allí al exconsejero vasco Joseba Arregi. «Iñigo Urkullu ha vuelto a posicionarse del lado de la teoría del conflicto», censuraron.
Cabe recordar que uno de los reproches que Txema Urkijo lanzó sobre el gabinete de Urkullu fue la falta de un «gesto notorio y relevante» con las víctimas del terrorismo. Pese a que desde el Ejecutivo habían optado hasta ahora por no entrar a valorar dicho reproche, el lehendakari aprovechó su intervención ayer en el pleno de control que acogió el Parlamento vasco para replicar que «lo más fácil y menos comprometido es hacer gestos», ya que a veces «se hacen solo de cara a la galería». Aseguró que él ha tenido «muchos» gestos «durante años», al tiempo que afeó a Urkijo que dichas declaraciones las hiciera tras su cese. «Cuando fue asesor no lo dijo», expresó. Urkullu subrayó en cualquier caso que «muchas víctimas» han dicho «que no comparten la política de gestos», al tiempo que afirmó preferir que en su Gobierno, «los gestos respondan a proyectos».
Reveló así que el Ejecutivo cuenta en «fase de diseño» con dos nuevos programas. El primero consiste en abrir una comunicación individual con cada víctima para responder mejor a sus demandas; el segundo, en canalizar la participación de los afectados en los procesos de memoria y construcción de convivencia a través de «grupos de diálogo».
«Se aleja del consenso»
Pese a las palabras del lehendakari, lo cierto es que la designación de Ezenarro como una de las nuevas asesoras de Víctimas no fue bien recibida desde la oposición. Todos los partidos salvo EH Bildu, que en su día vieron con buenos ojos la salida de Urkijo, criticaron la decisión del lehendakari. El PSE y el PP pusieron en valor la trayectoria de la exparlamentaria de Aralar. Su apuesta por participar en la ponencia de paz en la pasada legislatura le valió la expulsión del partido que ahora, como socio de Sortu, defiende dicho foro. Pero parece que de ahí a ocupar parcialmente el puesto de Txema Urkijo va un trecho.
El secretario de Organización del PSE, Rodolfo Ares consideró que con su decisión, Iñigo Urkullu no ha hecho más que «confirmar la apuesta» por la política «equivocada» de Jonan Fernández, alejándose del «diálogo y el consenso». Advirtió a este respecto que la Secretaría de Paz y Convivencia esté dirigida a «acercarse al mundo de Batasuna y sus tesis» y «no a atender a las víctimas como requieren». «Este Gobierno vasco ha logrado romper los mínimos acuerdos que venían dando buenos frutos en los años pasados», lamentó Ares.
En la misma línea se pronunciaron desde el PP. Su portavoz en el Parlamento vasco, Borja Sémper, criticó que con el nombramiento de Ezenarro el jefe del Ejecutivo autónomo «se escora definitivamente hacia un relato determinado». Pese a señalar que la exdiputada vasca merece «todo su respecto personal y político», Sémper estimó que «lo razonable» habría sido poner un «contrapeso» en el equipo. «Ella no aporta nada nuevo a lo que ya aporta Jonan Fernández», valoró.
El dirigente popular lamentó que el lehedakari «haya perdido la oportunidad» de colocar en el cargo a una víctima o alguien «que haya demostrado mayor cercanía a los afectados por el terrorismo», pero también para «demostrar amplitud de miras». «No parece que esto vaya a ayudar a acercar posturas», concluyó.