NACHO CARDERO-El Confidencial
- Es una operación para resarcirse de fallidos proyectos de país y amistades truncadas, para quitarse algunas de las espinas que se le habían quedado clavadas en la mano
La fusión de CaixaBank con Bankia es la gran operación de Isidre Fainé (Manresa, 1942), el último de los poderes fácticos que han manejado este país con puño de hierro y guante de seda. Hay quien asegura que es como Sean Connery: un inmortal. Lo dicen porque el banquero, de 78 años, va declarando en las entrevistas que él no «trabaja para la semana que viene», que él tiene un plan de negocios para los próximos cien años. Posiblemente lo tenga. Posiblemente, la fusión no sea sino la antepenúltima idea de su magín. Fainé es el último ‘boy scout’ del mundo de las finanzas.
Es una operación para resarcirse de fallidos proyectos de país y amistades truncadas, para quitarse algunas de las espinas que se le habían quedado clavadas en la mano. Una, muy honda, en el terreno político. Con esta jugada, Fainé sale de ese maremagno fétido en el que se vio envuelto por culpa del ‘procés’ —y por culpa de cierta ambigüedad inducida, que hizo que fuera acusado de españolista, por unos, e incluso de independentista, por los otros— y vuelve a tomar la iniciativa. Igual que cuando se llevó las empresas de Cataluña.
A falta de que se dilucide cuál será la sede social (todo apunta a Valencia) y la sede operativa (probablemente se distribuya a partes iguales entre Barcelona y Madrid), la boda entre Bankia y CaixaBank, entre Madrid y Cataluña, supone un serio contratiempo para los renovados planes secesionistas de Torra y Puigdemont. Esta iniciativa financiera les hace más daño que cualquier brigada de caballería rojigualda. La fusión, apuntan, será la puntilla al ‘procés’.
La boda entre Bankia y CaixaBank, entre Madrid y Cataluña, supone un contratiempo para los planes de Torra y Puigdemont
No en vano, la operación cuenta con el respaldo del Gobierno. Al menos, de una parte, de la que representa la vicepresidenta tercera, Nadia Calviño, que controla indirectamente el Frob, y de ese socialismo catalán y pragmático, el de Illa e Iceta, que pretende hacer un guiño a Cataluña y abrir una falla en el imaginario independentista. Una opinión de la que disiente su socio de Gobierno, Unidas Podemos, que juega al Ejecutivo Frankenstein y para el que «el Estado no debe abandonar su participación en el capital, reprivatizando la entidad».
Otra espina que se quita Fainé es la financiera. Y es que, después de algunos cameos en el mundo empresarial, véase su fugaz y fallido paso por la presidencia de Gas Natural, retorna al Olimpo como número uno de los banqueros patrios.
La fundación que preside, la de «la Caixa», se convertirá en el principal accionista de la fusionada con un 30% del capital, por delante del Estado. Aunque todavía están por ver las ventajas de la operación desde el punto de vista económico, en un sector como el financiero, maduro en exceso, lo cierto es que el grupo resultante se situará de largo como el mayor banco del país.
Fainé se sacude esos rumores insistentes que circulaban en la ‘city madrileña’ sobre la pérdida de influencia del ‘Imperio Caixa’De esta forma, Fainé se sacude esos rumores insistentes que circulaban en la ‘city madrileña’ sobre la pérdida de influencia del ‘Imperio Caixa’ y del propio presidente de la Fundación, quien venía quejándose entre los suyos de que en algunos cenáculos le hacían de menos desde el ‘docudrama’ de la venta de Abertis, de que en el grupo no se contaba con él, de no haber sido informado por Suez (participada de Criteria) de la opa de Veolia, ni de la supresión de dividendo de CaixaBank (40% en manos de Criteria), por poner algunos ejemplos.
Lo del dividiendo, en concreto, lo achacaba a Jordi Gual, un economista al que puso al frente de la entidad catalana y le salió rana. Hace ya meses que no hay ningún tipo de entendimiento entre ellos. Esto se explica por motivos empresariales pero también personales, como la sombra nacionalista que siempre ha perseguido, justa o injustamente, a Gual, por sus continuos coqueteos con los entornos de Artur Mas e, incluso, Puigdemont.
Con la fusión, Fainé se lo quita de encima sin hacer más ruido del necesario tras otras salidas que sí que fueron sonadas, tales que Juan María Nin (2014), Jaume Giró (2019) o Alejandro García Bragado (2020). Nunca se entendió el nombramiento de Gual, pero sí se comprende algo mejor su salida, ya que, ahora, el inquilino más ilustre de las Torres Negras va a contar con dos purasangre para gestionar el grupo resultante.
Las informaciones apuntan a que el organigrama de la nueva entidad tendrá a José Ignacio Goirigolzarri (Bankia) de presidente y a Gonzalo Gortázar (CaixaBank) de consejero delegado ejecutivo. El primero, un hombre de fuertes convicciones, que pasó de ser abucheado a los pies de las Torres KIO, a recibir el reconocimiento de sus empleados y compartir magdalenas con Carmena. Fainé siempre quiso tenerle en su órbita. Ya lo intentó fichar. Considera que lo hecho en Bankia ha sido excepcional. Hay aprecio mutuo. Con Gortázar, al que tiene en alta estima profesional y personal, mantiene una excelente relación.
Tal y como informó Jorge Zuloaga, ambas entidades planean convocar a mediados de septiembre a sus respectivos consejos para que aprueben la operación de fusión. Fainé quiere volver. Y quiere hacerlo a lo grande. Como algo más que el salvador del ‘Imperio Caixa’. Y después de Fainé, ¿qué? se preguntan muchos. Después de Fainé, más Fainé.