TONIA ETXARRI, EL CORREO 07/10/13
· No están discurriendo las cosas como debieran en el Parlamento vasco.
Como la sociedad vasca está cada vez más deprimida por causa de la crisis económica, que es lo que verdaderamente importa a la ciudadanía, los responsables de la Sanidad vasca han reaccionado con un plan de choque. Una medida preventiva para impedir que se produzca un colapso en las consultas. En el debate político, sin embargo, por falta de previsión, se aprecian síntomas de retroceso y de colapso. En estos dos años en los que ETA ha dejado de matar, su entorno de la izquierda abertzale, en vez de presionar a la banda para que se disuelva, ha dirigido su maquinaria hacia el Gobierno para forzar una negociación de paz por presos y escenificar el fin del conflicto a su manera. Y ha tratado de empujar a los demás partidos democráticos para que se camuflen en el paisaje o se sumen a su plan de blanqueo del pasado. El consenso de la pasada legislatura, cuajado con esfuerzo en la ponencia del Parlamento vasco, ha saltado por los aires. Ahora cada uno va por su lado. El PNV se suma a un duro manifiesto por las detenciones de los miembros de Herrira. El PSE les invita a construir juntos el Instituto de la Memoria dejando jirones de algunos principios ya asentados contra la equidistancia .
Tan solo el PP y UPyD siguen manteniendo el grado de «exigencia permanente» al que se comprometieron todos cuando coincidieron en señalar que la izquierda abertzale necesita tiempo para asimilar la democracia. Muchos interlocutores políticos llegaron a creer en la «conversión» de la izquierda abertzale. Pero en este tiempo y mientras ETA asegura que no se disuelve, ha vuelto a la calle con manifestaciones en las que siguen justificando la trayectoria del terrorismo, insultan al PP en sede parlamentaria y vuelven a señalar con el dedo.
Es un retroceso en toda regla frente al que los partidos democráticos no están reaccionando. El debate que gira en torno al final de la violencia en sede parlamentaria estará contaminado mientras la izquierda abertzale siga inmovilizada en su idea de no cuestionar la historia de ETA. Y, de momento, el mensaje más endurecido ha dejado aparcada a Laura Mintegi para ceder el protagonismo a Julen Arzuaga, en el hemiciclo, y a los de la antigua Batasuna, en la calle.
Si en la presentación del plan estratégico de EiTB no se hubieran producido el aviso de dimisión de un consejero y víctima del terrorismo, Iñaki García Arrizabalaga, y las críticas de socialistas, populares y UPyD, su máxima responsable, que se había negado en un principio a mencionar el deber de la radio televisión pública en la deslegitimación de ETA, ahora no habría corregido su inmenso error. Su argumentación sobre la inconveniencia de remitirnos al pasado para evitar la mención de la banda era tan débil que, finalmente, habrá enmienda. De paso, el grupo socialista cambia su alineación para que la incorporación de Idoia Mendia, en sustitución de Carlos Gorostiza, garantice un mayor peso en la oposición en un consejo en el que, no se sabe por qué arte de birlibirloque, se somete a votación un texto de apoyo a uno de los miembros de EH Bildu procesado por el ‘caso de las herriko tabernas’.
No están discurriendo las cosas como debieran. En un Parlamento como el vasco, en donde la segunda fuerza política, heredera de Batasuna, utiliza la táctica del olvido diseñada para que los ciudadanos no recuerden su trayectoria de justificación de los crímenes de la banda, sólo los partidos democráticos pueden contrarrestar esta ofensiva. Pero la izquierda abertzale está tan crecida que se permite llamar «fascista» al portavoz del PP, Borja Sémper, en sede parlamentaria y no ocurre nada. ¿Llamar fascista al PP en el hemiciclo sale gratis? Todo depende de la reacción. Y, prácticamente, no hubo. Tan sólo el afectado, y el portavoz de UPyD protestaron pidiendo a la presidenta de la Cámara que interviniera. Pero Bakartxo Tejeria ni vio, ni oyó ni entendió. ¿Y los socialistas? Estaban presentes, sí. Pero pasaron palabra.
Al día siguiente, la sede del PP de San Sebastián apareció precintada con carteles en favor de los presos y, aprovechando la falta de reacción, el mismo Pernando Barrena que comparecía en tantas conferencias de prensa cuando ETA mataba para justificar las tropelías de la banda, dio un paso más para insultar a Sémper llamándolo falangista y totalitario. Patxi López condenó los ataques de la izquierda abertzale contra el PP. Pero su mensaje perdió fuerza al haberse producido con 24 horas de retraso.
El juez que puso en libertad a los 18 detenidos les impuso, como medida cautelar, la prohibición de participar en actos de apoyo a los presos. Lo primero que hicieron los implicados fue encabezar la multitudinaria manifestación de Herrira el pasado sábado. Conviene que la Policía aporte pruebas suficientes para que este caso no quede en agua de borrajas. Pero mientras se resuelve el grado de implicación de estos acusados de haber cometido delito de enaltecimiento y financiación del terrorismo y de integración en banda armada, quedan dos grandes cuestiones por responder: si los actos de homenaje a miembros de ETA y presos de la banda provocan una humillación directa a las víctimas del terrorismo, ¿qué piensan hacer los partidos que, como el PNV, votaron una ley en el Parlamento vasco destinada a evitar la celebración de este tipo de actos? Y si piensan que hacer apología del terrorismo no debiera considerarse delito porque ETA ya no mata, ¿por qué no plantean la reforma del articulo 578 del Código Penal? De lo contrario, estarán defendiendo el incumpliendo la legalidad vigente.
TONIA ETXARRI, EL CORREO 07/10/13