EL MUNDO – 22/02/16
· En su primer acto con Carles Puigdemont, en la cena inaugural del Mobile World Congress (MWC), el Rey apeló ayer a respetar «las normas», como «el camino para garantizar la prosperidad de todos».
· Felipe VI aprovechó así su primer encuentro con el presidente de la Generalitat con motivo de la cena inaugural del Mobile World Congress para hacer un llamamiento a «trabajar juntos teniendo siempre como objetivo el bien común».
En presencia de Puigdemont, el Rey apeló a tener «un firme compromiso con las normas» y a defender la «unidad», como único camino de garantizar la prosperidad que representa la celebración del congreso tecnológico en Barcelona.
El Monarca, que pronunció esas palabras en catalán, defendió que «el compromiso entre las diferentes Administraciones impulsa el progreso colectivo y atiende mejor el interés general de todos los ciudadanos», poniendo como ejemplo el salón mundial de telefonía móvil que hoy arranca en Barcelona su 11ª edición.
Era el mensaje de Felipe VI en su primer encuentro con el nuevo presidente de la Generalitat, después del clima enrarecido que ha marcado la relación entre las instituciones catalanas y la Corona en las últimas semanas.
El pasado mes de enero, Felipe VI mostró su disconformidad con la senda abiertamente independentista escogida por los dirigentes políticos catalanes y rechazó recibir a Carme Forcadell en el Palacio de la Zarzuela para que esta le comunicara personalmente el nombramiento de Puigdemont. El Rey invitó a Forcadell a trasladarle el resultado del pleno de investidura por escrito.
El segundo episodio de fricción se produjo cuando el Monarca rubricó el decreto de cese del ex presidente del Ejecutivo catalán Artur Mas, en el que no se le agradecían «los servicios prestados», fórmula de cortesía que habitualmente se emplea para formalizar la renuncia de los presidentes autonómicos, incluso de los que, como el lehendakari Juan José Ibarretxe, se habían empeñado en promover un plan de corte soberanista.
Puigdemont hizo de ese último episodio su primer choque con la Corona y lo hizo sin dilación, pues en su toma de posesión buscó enmendar al Rey al espetar en su discurso: «Yo sí agradezco los servicios prestados a todos».
Más tarde el independentismo le devolvió el gesto y ERC, una de las dos patas principales del Gobierno catalán, se negó a acudir a ninguna de las dos rondas de audiencias que se celebraron en La Zarzuela para intentar formar Gobierno tras las elecciones generales.
Sin embargo, ayer Puigdemont evitó cualquier referencia explícita o implícita al proceso soberanista. El president únicamente realizó un pequeño guiño al dar la bienvenida a su «país» a las autoridades presentes, entre las que se encontraba el Rey, pero también Forcadell y el autoproclamado «ministro de Asuntos Exteriores» de la Generalitat, Raül Romeva.
En una intervención hegemónicamente pronunciada en inglés, y con sólo un inciso en castellano, Puigdemont recurrió al ejemplo del Liceu para animar a los catalanes a «no rendirse ante las fatalidades ni el determinismo». Del mismo modo que el teatro que acogió ayer el ágape resurgió tras sucumbir pasto de las llamas, el president apeló a no plegarse ante el «no hay nada que hacer». El jefe del Ejecutivo catalán instó a no ceder a las «dificultades políticas», pero tampoco ante las «sociales, económicas o de movilidad», y es que, si un acuerdo de última hora no lo evita, el Mobile se pondrá en marcha con una huelga de dos días en el Metro de Barcelona que amenaza con comprometer el éxito de la cita.
La alcaldesa de la ciudad no pudo pasar por alto esa circunstancia. Tras haber fracasado al implicarse personalmente como mediadora para impedir los paros del suburbano, la primera edil de la capital catalana prometió que existirán las suficientes «alternativas de transporte para minimizar los inconvenientes» de la huelga de metro, que este año conecta por primera vez el aeropuerto de El Prat con el recinto ferial de Gran Vía, en el que se celebra el Mobile.
Colau tampoco aprovechó la presencia del Rey para introducir aspectos políticos en su discurso y agrandar la brecha existente entre su Gobierno municipal y la Monarquía desde que la alcaldesa decidiera retirar el busto de Juan Carlos I del salón de plenos del Ayuntamiento de Barcelona y promover una normativa para que la efigie del Rey no regrese a la estancia.
EL MUNDO – 22/02/16