EL CORREO 26/12/13
· Invita a emprender una «regeneración» y «reformas» para terminar con el desprestigio de las instituciones y el paro.
Don Juan Carlos, sentado tras una mesa de La Zarzuela todavía convaleciente de su operación de cadera a que fue sometido recientemente y con una puesta en escena muy austera, abordó en los poco más de once minutos de su mensaje de Navidad algunos de los principales problemas que en la actualidad convulsionan el país y afectan directamente al desgaste de la Corona.
Sin citar la consulta impulsada por la Generalitat, apeló al diálogo dentro del más escrupuloso respeto a la ley y a la Constitución para resolver las tensiones secesionistas en una España que debe permanecer «unida dentro de la diversidad» y en la que destacó que «cabemos todos». De igual forma, llamó a los partidos y agentes sociales a «superar sus diferencias» e impulsar «una crucial tarea de regeneración», y de «reformas» en la vida social, económica y democrática para terminar con «el desprestigio de la política y las instituciones» y acabar con el paro. Y, como tercer gran asunto, tras repasar minuciosamente y solidarizarse con todos los colectivos golpeados por las crisis, insistió en que no tiene intención alguna de dejar la Jefatura del Estado, pese a sus enfermedades y caída de popularidad, pero se comprometió a satisfacer a partir de ahora las «exigencias de ejemplaridad y transparencia que hoy reclama la sociedad».
Don Juan Carlos, con un ejemplar de la Carta Magna en la mesa, hizo una defensa cerrada de la vigencia de la Constitución y del sistema político nacido en la transición, porque dijo que este período ha traído a España el mayor período de prosperidad, libertad y «reconocimiento efectivo de la diversidad», aunque también admitió que «es verdad que hay voces en nuestra sociedad que quieren una actualización de los acuerdos de convivencia», en lo que sonó a un referencia a una posible reforma de la norma fundamental.
«Generosidad»
El Monarca, en lo que pareció una clara alusión a las tensiones soberanistas con Cataluña, invitó a las fuerzas políticas y sociales a usar «la generosidad para saber ceder cuando es preciso, para comprender las razones del otro y para hacer del diálogo el método prioritario y más eficaz de la solución de los problemas colectivos».
Pero lo hizo con la doble advertencia de que todas las instituciones –incluida la Generalitat– están obligadas a «hacer cumplir la Constitución y las leyes», y de que «las diferencias deben resolverse con arreglo a las reglas de juego democráticas aprobadas por todos», cuyo respeto «es la garantía de nuestra convivencia», en lo que no encaja una consulta soberanista.
El Rey citó una frase reciente del Príncipe –«España es una gran nación que vale la pena vivir y querer, y por la que merece la pena luchar»– para destacar que ése es el «sentimiento de comunidad que nos debe seguir uniendo».
Apoyo a las víctimas de ETA en los «momentos difíciles»
El Rey quiso tener en su discurso navideño un detalle especial con las víctimas del terrorismo, que como destacó están «pasando por unos momentos especialmente difíciles» con motivo de las más de sesenta excarcelaciones de etarras dictadas por los tribunales españoles como resultado del fallo del Tribunal de Estrasburgo que anuló la llamada ‘doctrina Parot’. Don Juan Carlos les dijo que compartía su dolor y les expresó todo su apoyo, así como un «recuerdo especial y emocionado». De hecho, el único elemento destacado junto a la mesa desde la que leyó el discurso, además de un ejemplar de la Constitución, era una fotografía tomada el pasado 31 de octubre en La Zarzuela, cuando recibió a la cúpula de la Fundación de Víctimas del Terrorismo.
EL CORREO 26/12/13