EL MUNDO – 13/11/15
· Rompe su silencio tras la actuación de los poderes del Estado y la suspensión de la resolución soberanista: «La Constitución prevalecerá. Que nadie lo dude».
· Tan importante o más que lo que dijo fue el momento elegido para decirlo. En su primer mensaje explícito a los españoles, pasados tres días del desafío independentista del Parlament, el Rey dejó ayer sentado que ejercía su función de garante constitucional de la unidad de España sólo después de que el Estado de Derecho se hubiera puesto en marcha con todos los instrumentos legales en su haber.
«La Constitución prevalecerá. Que nadie lo dude», solemnizó en un primer mensaje de firmeza institucional el hombre que hace apenas 16 meses se definió como el «primer Rey constitucional» de la Historia democrática.
Y precisamente ésta es la diferencia que el Monarca vino a establecer ayer con su padre, Juan Carlos I, y la etapa de la Transición que a su antecesor le tocó administrar. Desoyendo las voces que, a lo largo de estos tres días, le instaban a actuar como lo hiciera su padre el 23-F, Felipe VI sólo rompió su silencio durante el primer acto de la agenda inmediatamente posterior a la suspensión de la resolución secesionista, decretada el miércoles por el Tribunal Constitucional.
Antes, el titular de la Corona sólo había replicado al Parlament a través de gestos. Dos gestos en concreto: el primero, la difusión del documento gráfico de su habitual despacho con el presidente del Gobierno en Zarzuela, en la víspera misma del Consejo de Ministros extraordinario en el que el Ejecutivo se disponía a impugnar la resolución independentista; el segundo, la suspensión de la agenda en la mañana en que se reunía dicho Consejo. Con ambos gestos, el Monarca trasladaba a los españoles su plena conciencia acerca de la gravedad institucional que vivía España y su plena disposición, aunque nulo protagonismo.
De hecho, ni siquiera aquella tarde, durante la recepción a los niños ganadores del concurso Qué es un Rey para ti, en el Palacio de El Pardo, el Monarca llegó más allá de reconocer que estaba viviendo «días complicados». Sólo ayer, una vez jurídicamente paralizada la iniciativa independentista, y al tiempo que el Ejecutivo en funciones de la Generalitat anunciaba su decisión de desobedecer al TC –circunstancias diametralmente diferentes de las vividas por Juan Carlos I, en medio del secuestro del Gobierno y del Pleno del Congreso en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo el 23-F–, cuando el Monarca verbalizó su mensaje a la nación.
Sin perjuicio de puestas en escena aún más solemnes que pudieran llegar en lo sucesivo si la confrontación territorial e institucional alcanza cotas mayores, Felipe VI lo hizo, casualmente, ante los empresarios, ejecutivos y miembros de la sociedad civil española congregados en la sede del BBVA de Madrid para la sexta edición de los embajadores de la Marca España.
Pero, ya entrando en el contenido, lo más significativo es que lo hizo poniendo al «pueblo español» como origen, destino y depositario último de sus promesas de «unidad». «Un pueblo que hace del cumplimiento de la ley –de la ley democrática que nace de nuestra Constitución– su guía y su referencia diaria. Un pueblo», remarcó con énfasis, «que no está dispuesto a que se ponga en cuestión su unidad, que es la base de su convivencia en paz y libertad»; ni que «se ponga en riesgo el modelo de progreso que, con su trabajo abnegado y comprometido, ha hecho posible el periodo de mayor desarrollo económico y social del país».
«Pueblo» y «Constitución» –esta última, no por casualidad, fue la palabra más repetida– fueron los ejes del mensaje. Un mensaje que fue doble: primero, de «serenidad y confianza» frente a la apuesta independentista; segundo, de «seguridad y confianza», tanto en la «unidad» de España como en la «continuidad de nuestro proyecto de convivencia institucional». Y la «garantía» que ofreció también fue doble: por un lado, «el funcionamiento de nuestro Estado Democrático de Derecho»; por otro, su compromiso de «Rey» y «jefe del Estado», que «estará siempre al lado de todos los españoles».
Además, acompañado por la Reina, el Monarca se ocupó de aportar optimismo institucional al puntualizar que, «en nuestra larga Historia, hemos sabido superar grandes dificultades y los mayores desafíos». «Ahora no es tiempo de regresar al pasado, sino de reafirmarnos en nuestra voluntad de un presente y un futuro de progreso compartido y de convivencia democrática», afirmó.
El largo aplauso que siguió a estas palabras y un espontáneo «¡viva el Rey!» dieron cumplida cuenta de la conciencia con que el público recibió la misiva. Claro que se trataba de un aforo especialmente motivado. Minutos antes, y en nombre de los premiados como nuevos embajadores de la Marca España, la soprano Ainhoa Arteta se refirió al problema catalán. «Precisamente ahora en que para algunos prima la insolidaridad y la desunión, yo reivindico el papel cohesionador de la cultura, aspecto fundamental para el crecimiento de un país», afirmó, para abogar por que prime en la enseñanza «lo positivo de los puentes y lo negativo de los muros».
LOS ‘RECADOS’ PREVIOS DEL MONARCA A MAS
«España decidió hace muchos años unir y no dividir». El Rey reivindicó el pasado junio en Gerona «una España que decidió hace muchos años mirar hacia el futuro y no hacia el pasado, sumar y no restar; unir y no dividir; desterrar los enfrentamientos por siempre».
«Una España unida y orgullosa de su diversidad». Ante el Parlamento Europeo, Felipe VI prometió en octubre: «Tengan la seguridad de poder contar con una España unida y orgullosa de su diversidad; solidaria y respetuosa con el Estado de Derecho».
«¡Que nadie construya muros con los sentimientos!». Felipe VI apeló en los Premios Princesa de Asturias al «corazón» de los catalanes y les disuadió de las «fracturas» y «divisiones», que «nunca hacen grande a un pueblo, sólo lo empobrecen y lo aíslan».