José Antonio Zarzalejos-El Confidencial
La familia Urdangarin está indignada con la Borbón, vive su parentesco como «una tragedia» y considera que Iñaki «hizo lo que le permitieron que hiciera»
“El mes de junio es tremendo para el Rey”, me dice mi interlocutor, un diplomático que mantuvo con don Felipe una estrecha relación mientras ostentaba la condición de príncipe de Asturias. “Fecha por fecha, su cuñado Iñaki va a ingresar en la cárcel justo cuando el día 19 se cumplan los cuatro años de su proclamación como jefe del Estado por las Cortes Generales. En junio abdicó su padre. En junio cumple años su hermana Cristina (53). En junio (2015) decidió revocar el título de duquesa de Palma a la Infanta. En junio (2016) quedó visto para sentencia el caso Nóos.En este junio se ha dictado sentencia por el Supremo. Y en junio se producirá un hecho inédito en la historia de la monarquía española y de todas las monarquías occidentales: el cuñado del Rey y el yerno del también Rey emérito comenzará a cumplir condena en prisión por la comisión de prevaricación, malversación, tráfico de influencias y dos delitos fiscales. Muy fuerte para la Corona pero, sobre todo, durísimo para el Rey”.
El entorno de don Felipe y los responsables de su Casa están serenos pero tensos. La sentencia ha caído, según fuentes judiciales, “cuando tenía que caer”, sin criterios de oportunidad. La Sala Segunda del Supremo no ha tenido en cuenta el viaje de los Reyes a Estados Unidos, que ahora queda ensombrecido por este nuevo episodio del caso Nóos. “Es lógico”, me enfatiza mi interlocutor. “Nadie ha metido la pata en la Casa del Rey para hacer esta o aquella gestión. Han esperado a que la sentencia recayese, estoicamente. Y van a seguir así, con máxima discreción. Pero este Rey ha hecho muchas cosas que se olvidan con facilidad. Nada más ser proclamado, en julio de 2014, prohibió a los miembros de la familia real trabajar en o para empresas privadas y sometió las cuentas del organismo a una auditoría externa de interventores del Estado. En diciembre de ese mismo año, se impuso un código de conducta para todo el personal de su Casa, y en enero, una rígida normativa sobre los regalos a favor de los miembros de la familia real. Y la Corona se somete a la Ley de Transparencia. No parece que pueda hacerse mucho más, ni mostrar más voluntad de regeneración”.
¿Preocupación? “Sí, mucha. Sin ir más lejos: el Rey viajó ayer a Navarra poco después de que el Parlamento Foral votase una moción para que se celebre un referéndum sobre la forma de Estado. Mientras tanto, su cuñado estaba recibiendo la resolución de la Audiencia de Palma ejecutando la sentencia condenatoria y decretando su ingreso en prisión en los cinco próximos días. Don Felipe lleva cabalgando el tigre cuatro largos años, sin respiro, convergiendo sobre él y sobre la institución crisis políticas y familiares. La última, y no menos grave, fue el desencuentro público de su madre y su esposa en la catedral de Palma el Domingo de Resurrección, la escenificación posterior del reencuentro entre ambas, no sin que antes la Reina fuese abucheada en Madrid”.
¿Hay peligro para la estabilidad de la institución? “Vamos a ver, el rey Juan Carlos abdicó para salvar la Corona de la crisis debida a sus comportamientos, pero también a los de su yerno, con el que tuvo que romper. No hay medida más radical en una monarquía que la renuncia del titular, y mucho más en la española, donde las abdicaciones no tienen tradición. Luego, don Felipe ha tenido que transitar en cuatro años los acontecimientos que normalmente se suceden en décadas: ha reinado en tres legislaturas, ha manejado la crisis institucional después de las dos elecciones generales en 2015 y 2016, por primera vez un candidato propuesto para la investidura (Pedro Sánchez en marzo de 2016) no la logró y también por primera vez un dirigente político (Mariano Rajoy) se negó a aceptar la encomienda real de ser investido por el Congreso. Al Rey le ha impactado de lleno la crisis de Cataluña, en la que tuvo que intervenir el 3 de octubre del año pasado de una manera terminante porque el asunto se le iba de las manos al Gobierno. Y te recuerdo que unos días antes de su proclamación, en mayo de 2014, emergieron los nuevos partidos [Podemos y Ciudadanos] en las elecciones europeas”.
Don Felipe ha tenido que transitar en cuatro años los acontecimientos que normalmente se suceden en décadas
Le comento que la numerosa familia Urdangarin está literalmente indignada con la Borbón. Según algunos de sus amigos, tanto de Vitoria como de Bilbao, no descartan que alguno de ellos termine por hablar en los medios. Quieren a Cristina como “a una hija, como a una hermana”, no asumen que Iñaki tuviera otra responsabilidad que la de “hacer lo que dejaron que hiciera”, viven su parentesco político con la familia real y del Rey como “una tragedia sobrevenida”, y le añado: hay costuras que podrían reventar.
“No lo descarto”, me dice, aunque “la Infanta podía haber tomado algunas decisiones que facilitasen la tarea a la Corona y a su hermano, pero no solo no lo ha hecho sino que está en una actitud hostil. La familia ha volado por los aires. El Rey es el bastión, el jinete que cabalga el tigre, y nadie está seguro de cuánto pueda aguantar a lomos de la fiera. Don Felipe necesita apoyos. Más de los que ahora se le ofrecen… que no son demasiados”.