EL MUNDO – 24/07/15
· Felipe VI exhibe firmeza en Barcelona: «El respeto a la ley no debe ser un simple trámite»
· El Poder Judicial le aplaude mientras el ‘president’ asegura que nunca se ha saltado la ley.
Lo primero fue el aplauso. Sonoro, contundente, largo. Un aplauso que precedió a las propias palabras de Felipe VI y que, en boca de un magistrado del Tribunal Supremo, «estaba diciendo algo»; algo tan «elocuente» como el expresivo apoyo de los jueces, del Tercer Poder del Estado en pleno, al Rey de España… en presencia de Artur Mas.
Felipe VI acababa de llegar a Barcelona, en la 13ª visita de su reinado a Cataluña, y a los cinco días de haber mantenido su primera y fría audiencia con el presidente de la Generalitat en La Zarzuela. En cada una de sus anteriores estancias el Monarca había tratado de trasladar mensajes positivos, de cálido acercamiento institucional; pero ayer, en medio de la general aprobación, dejó ver cómo el último desafío soberanista ha endurecido sutilmente sus palabras y sus gestos, hasta marcar la línea roja al independentismo. «El respeto a la ley nunca ha sido ni es ni debe ser una alternativa», fue su claro mensaje, dirigido a todas las «instituciones del Estado».
Los magistrados y vocales que le aguardaban en el interior del Palacio de Congresos, para asistir a la entrega de despachos a los 35 jueces de la última promoción de la Escuela –ubicada en Barcelona desde 1997–, no pudieron ver el ritual de saludos que tuvo lugar a las puertas del edificio. Pero las cámaras tomaron nota, una vez más, del particular lenguaje de gestos del Monarca.
Ni muy serio ni muy sonriente
Esta vez, el Rey se mostró protocolario y cordial, pero particularmente rápido en los saludos. Por supuesto, estrechó la mano de Mas, pero no antes de la del presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, y sin detenerse un segundo más del necesario; justo el tiempo que invirtió a continuación en darle la enhorabuena a la nueva alcaldesa Ada Colau.
Lo que los jueces vieron, al hacer su aparición el Monarca en medio de la ovación, fue un «jefe del Estado» –como luego se autodefinió desde el atril el propio Rey– que se adelantaba a ocupar su sitio, seguido por un solícito Mas que en seguida pareció conformarse con ir varios pasos detrás de él. «En su sitio» fue, precisamente, la frase que más se escuchó ayer para describir la posición del Monarca ante el último órdago independentista catalán; una posición milimétricamente ubicada entre la firmeza y la corrección institucional.
Un «sitio» que el Rey se preservó, incluso, a la hora del cóctel, durante el que sólo departió unos momentos con el presidente de la Generalitat cuando éste se acercó, con otras personas de por medio, para despedirse.
Claro que el entorno de Mas no acusó recibo de estos gestos. Defendió que las relaciones personales con el Monarca siguen siendo las mismas que cuando, meses atrás, ambos exhibían su mutua cordialidad. Las fuentes consultadas atribuían la nueva distancia a los respectivos papeles que representan, y negaban en todo caso al Rey cualquier poder constitucional, real, de mediación o de influencia en su pulso soberanista con el Gobierno de Rajoy.
Sea como sea, antes que con los gestos, Felipe VI ya se había posicionado con una frase o, más bien, una dedicatoria al promotor de la lista única para las pretendidas elecciones plebiscitarias y de la posterior declaración unilateral de independencia para Cataluña: «El respeto a la Ley no es una alternativa», fueron sus palabras, igualmente aplaudidas. Una suerte de línea roja. O más literalmente: «Para el Poder Judicial, como para el resto de las instituciones del Estado, el respeto a la Ley nunca ha sido ni es ni debe ser un simple trámite, una mera formalidad». «En su raíz más profunda», añadió el Rey, «respetar la Ley es la fuente de legitimidad y la exigencia ineludible para una convivencia democrática en paz y libertad».
El caso es que Mas tampoco se dio por aludido. O esto es lo que aseguró a la prensa, a la que dijo: «Nosotros no nos hemos saltado la Constitución». A su lado, no obstante, miembros de la cúpula judicial comentaban en voz baja lo difícil que resulta para la magistratura –«como ocurría, salvando todas las distancias, años atrás en el País Vasco»– instruir sobre el terreno causas tan comprometidas como la casi olvidada querella contra Artur Mas, presentada por la Fiscalía tras la consulta del 9-N, y admitida a trámite hace casi un año.
Desde la tribuna, el propio Lesmes aprovechó para hacer un guiño frente al reto independentista: «Nuestro Estado de Derecho», dijo, «reclama de sus jueces que custodien sin ambigüedades la Constitución y la Ley».
Al mismo tiempo, desde Madrid, el presidente del Tribunal Constitucional, Francisco Pérez de los Cobos, se pronunciaba sobre los planes soberanistas del presidente de la Generalitat. «No me gustaría que se aplicara el artículo 155», dijo en relación a la suspensión de la autonomía, aunque recordó que «es un precepto legal que está en la Constitución».
«Se trata de un artículo más y no se tiene que dramatizar. Nunca se ha aplicado hasta ahora, porque no ha hecho falta», puntualizó en conversación informal con periodistas. No obstante, admitió que el «desafío» actual es «de envergadura», informa Ángeles Vázquez.
La posibilidad de que se tenga que aplicar ese precepto protagonizó la presentación del sello del XXXV aniversario del Constitucional. En su intervención, Pérez de los Cobos destacó la labor que el Alto Tribunal desempeña en la «ardua tarea de definir el modelo autonómico […], corrigiendo tanto los intentos de minimización como de desbordamiento del proyecto de descentralización política que contiene la Constitución».
EL MUNDO – 24/07/15