Gabriel Sanz-Vozpópuli

  • Cuestionado en Europa, Sánchez busca en la izquierda iberoamericana un socio anti ultraderecha que le permita sobrevivir a riesgo de devaluar el papel del país

En uno de esos arranques de desesperación intelectual que le caracterizaban, el más universal de nuestros filósofos, José Ortega y Gasset, diagnosticó hace ya un siglo que «España es el país más anormal de Europa». No se trata de dar la razón porque sí al primero de nuestros pesimistas antropológicos, pero, visto a qué ha ido a Chile un Pedro Sánchez en sus horas más bajas, a buscar refugio ideológico so pretexto de la amenaza ultraderechista y aún a riesgo de dar la puntilla al papel de España como primera potencia de aquellas Cumbres Iberoamericanas que aspiraron hasta la primera década del siglo XXI a competir con la Commonwealth anglosajona, algo de razón tenía Ortega.

El filósofo más universal de un país dado a usar la cabeza para embestir al prójimo más que para pensar reflejó como nadie en sus libros La Rebelión de las Masas y en España invertebrada esa propensión a la decadencia, ese continuo tejer y destejer, languidecer las más de las veces, que ha sido nuestra historia y que ha hecho imposible el continuum caracterizador de otras grandes naciones, prósperas a lo largo de los siglos en lo económico pero no solo, también en conocimiento y tecnología.

Hace cuarenta años, con ocasión del ingreso en la Uniòn Europea creímos que era posible salirnos del funesto «que inventen ellos» pero se ve que no y, lo peor de todo, parecería que estamos interesados en dar la razón a quienes ya no nos quieren en la Champion league de la que tanto presumieron desde Felipe González a José Luis Rodríguez Zapatero pasando por José María Aznar; hoy somos la cuarta economía del euro pero cuesta vernos como tales, en parte por (de)méritos propios.

Trump ‘sacó’ a España de la negociación con Europa y la consideró un integrante más de eso que se llama BRIC, acrónimo de Brasil, Rusia, India y China; una suerte de ‘Segunda División’ que reúne Estados en la orbita china y que la ONU llama «países en desarrollo» porque nunca acaban de desarrollarse ni en renta per cápita, ni en pobreza infantil ni en casi nada

Nadie sabe bien si en un lapsus o de forma intencionada, hace unos meses Donald Trump sacó a España siquiera verbalmente de la negociación con la Uniòn Europea y la consideró un integrante más de eso que en la jerga diplomática se llama BRICacrónimo de la alianza primigenia entre Brasil, Rusia, India y China; una suerte de Segunda División que reúne Estados hoy en la orbita de China y que, tradicionalmente, la ONU ha llamado «países en desarrollo» por que nunca acaban de desarrollarse del todo ni en renta per cápita, ni en pobreza infantil ni en otras variables.

Un grupo siempre dependiente y a rebufo del llamado G7 en el que están las grandes potencias mundiales: Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia y Japón, y donde no están ni Rusia -estuvo hasta antes del primer ataque a Ucrania de 2014- ni, por supuesto, el enemigo chino…

Grabaciones sí, tecnología 5G no

Pues, no me pregunten por qué, pero ahí estamos dándolo todo: desde un viaje oficial de Sánchez a Pekín en plena tormenta arancelaria, para disgusto no sólo de los EE.UU., también de los socios europeos que consideran al régimen de Xi Jinping un peligro para las libertades y para la hegemonía europea, hasta el contrato con la tecnológica Huawei; empresa a la cual, paradojas de la contradicición geoestratégica que vive España, no podemos comprar tecnología telefónica 5G por el veto de la UE pero sí entregar la custodia de grabaciones de prueba judicial… Échenle guindas al pavo.

«España es una nación BRIC. ¿Sabes qué es una nación BRIC? Lo descubrirás», respondió Trump a la pregunta de un periodista en la Casa Blanca. Si los países BRIC quieren hacer eso, está bien, pero impondremos al menos un arancel del 100% a los negocios que hagan con Estados Unidos». Lo menos importante de esa reflexión del hombre más poderoso del mundo son los aranceles que quiere ponernos, lo de más es dónde nos estaba ubicando el socio estratégico que sigue siendo (?) Estados Unidos, por encima de quién ocupe el llamado Despacho Oval: del lado de China… Y todavía no había ocurrido el incidente en la cumbre de la OTAN en La Haya (Holanda) donde Sánchez buscó el enfrentamiento con Trump a cuenta del aumento anual de gasto militar al 5% del PIB.

O nuestro presidente no ha medido bien su viaje ideológico a Santiago de Chile para reunirse con el anfitrión, Gabriel Bóric, con Lula da Silva, con el colombiano Gustavo Petro y con el uruguayo Yamandu Orsi, o está dispuesto a pagar cualquier precio por encontrar un relato que le permita seguir tras las elecciones; no sé cuál de los dos escenarios resulta más inquietante

O nuestro presidente del Gobierno no ha medido bien en términos institucionales para España lo que comporta esta otra excursión ideológica la semana que ahora acaba a Santiago de Chile para reunirse en una cumbre de nombre tan rimbombante como Democracia Siempre -¡pues claro!- con el anfitrión, el chileno Gabriel Bóric, el presidente de Brasil, Lula da Silva, el colombiano Gustavo Petro y con el uruguayo Yamandu Orsi, o habrá que concluir que Pedro Sánchez con P está dispuesto a pagar cualquier precio por encontrar un relato que le permita seguir después de las elecciones; no sé cuál de los dos escenarios resulta más inquietante

Puedo entender que mientras en Europa, y en su propio país, los medios de comunicaciòn y la clase dirigente empiezan a no reconocer a aquel Mr Handsome (guapo) que fue hace apenas seis años, protagonista de innumerables portadas como faro de la izquierda atildada europea como el canadiense Justin Trudeau lo era de la izquierda norteamericana, Pedro Sánchez quiera buscar afecto y, sobre todo un relato que le permita hacer frente al PP y a Vox en las urnas en 2027 o cuando sea antes; pero siempre cuidando las repercusiones de sus movimientos.

Porque, como primer embajador de la E de España, ponerse en plano de igualdad con la B de BRIC (el ex condenado por corrupción Lula) y la P del ex guerrillero izquierdista hoy conversó a la democracia Petro, lo siento pero no es lo mismo que buscar con ahínco la D de Donald en La Casa Blanca, la M de Franz Merz, el nuevo canciller alemán en Berlín, la S del británico Starmer, la M de Macron; o incluso la M de Meloni, igual de ultraderechista que el muy odiado Santiago Abascal… ma non troppo; que en abril de 2023 Pedro Sánchez bien declamó a su llegada a Roma: «Querida Giorgia, vas a encontrar un Gobierno español que quiere tener las mejores relaciones con el Gobierno italiano. Estoy encantado de estar aquí» (sic)…

El presidente del Gobierno, que no sólo líder del PSOE en busca de reelección, debería recordar estos días sus propias palabras y situarse por encima de sí mismo, asumir que nada es eterno y perder unas elecciones entra en el sueldo de todo estadista, devaluar el peso de su país no.