José F. Peláez-ABC
- Todo lo que tenga que ver con Sánchez está amortizado de cara al próximo ciclo electoral
Si algo tengo claro es que aquel Peugeot tenía que oler a pies como el camerino de una banda tributo a ‘Los Calis’, llenando las carreteras de La Mancha de ese aroma que desprenden los señores que se echan desodorante sobre el sudor, perfume sobre el desodorante y, por encima del perfume, de nuevo el sudor. Ese olor fue impregnándose en el resto del PSOE, como las feromonas de las cabras, y después a sus periodistas, a sus sillones del CGPJ y a sus consejeros del IBEX. Podemos caer en la tentación de dejarlo todo en una escena chusca en vez de comprender que dentro del PSOE habitaba una organización criminal con personas amenazando a la UCO, a jueces y a fiscales; con ramificaciones adjudicando obras públicas y comisionando por ello; con una pata dedicada a enchufar a putas y a familiares del presidente; otra dedicada a los hidrocarburos, otra a los contratos de las mascarillas y ya veremos los fondos europeos; otra dedicada a amedrentar a la prensa y posiblemente otra –de confirmarse, sería la madre de todas– dedicada a la financiación ilegal del partido a través de vínculos con dictaduras sudamericanas y que podría llevar a la imputación del PSOE como persona jurídica. Eso engancha con Delcy y aquella visita a Aldama, Ábalos y Koldo que, probablemente, no fuera para hablar de Borges. Y la mayor corrupción de todas, que es que dos delincuentes –Cerdán y Puigdemont– negociaran personalmente una ley de amnistía para comprar una legislatura. Esa ley está, desde el jueves pasado, deslegitimada del todo. Y reconozco que nunca pensé que Pumpido fuera a terminar su carrera siendo tan solo la chacha de Santos.
A la espera de lo que pueda salir, el declive es imparable. Se ha cruzado el punto de no retorno, los afines han perdido el miedo y hemos entrado de golpe en «la cancelación del sanchismo», en la cancelación del cancelador, en el rechazo a todo lo que desprenda el aroma descrito. No hay vuelta atrás. Una vez asumida por Sánchez la credibilidad de la UCO, se desmonta su intento de desprestigiarla y se vuelve inútil la fontanería dispuesta a tal fin; una vez demostrada la falsedad de las acusaciones de ‘fake news’, la estrategia del muro se torna inane. El desprestigio social es definitivo y dudo que nadie que no salte del barco a tiempo pueda mantener una segunda vida en política. Todo lo que tenga que ver con Sánchez está amortizado de cara al próximo ciclo electoral y parece impensable que, en este momento, nadie limpio pueda aceptar un cargo orgánico ni el cargo de ministro de una trituradora.
La mejor solución para España, que es lo que nos importa, no es ir a elecciones y que Sánchez se presente de nuevo, sino que convoque un congreso extraordinario y, solo con un nuevo secretario general-candidato, dimita, disuelva las Cortes y convoque elecciones. Apuesten, por lo tanto, por lo contrario. Me temo que, en este punto, ya solo le interese definir su plan de defensa y de huida mientras, en el proceso, pega su olorcillo a todos los que callan, luego otorgan.