Ignacio Camacho-ABC

  • Cerdán es el custodio de los secretos de este mandato y Sánchez no puede arriesgarse a que se sienta desamparado

Salvo que se refunde desde cero, empezando por el propio Sánchez, el PSOE no va a hallar manera de espantar la sombra de Santos Cerdán. Está corto de banquillo porque hace mucho tiempo que todo su funcionamiento pasaba por el dirigente recién destituido. La gira del Peugeot lo había convertido, como a Ábalos, en un ‘pata negra’ del sanchismo. Al principio se repartía el poder interno con el ministro, y al caer éste lo asumió por entero como custodio único y ‘longa manus’ del presidente en el partido. Se ocupaba de las primarias, del aparato, de las finanzas, de las negociaciones con Puigdemont y con Bildu, de todo eso que Susana Díaz llamaba «el guarreo orgánico» con preciso acierto descriptivo. Su papel era el de capataz del cortijo, y su fuerza provenía de la confianza que el líder le concedía dentro de su círculo más restringido. De puertas adentro de Ferraz no había diferencia entre sanchismo y santismo: tal era su grado de mutuo compromiso.

Por eso no hay modo de encontrar, al menos por ahora, un sustituto libre de sospecha de estar contaminado. Y por eso Sánchez se cuidó ayer de hacerle escarnio, matizando su fingida aflicción del jueves con muchas reservas sobre la veracidad de los indicios del sumario. Del retiro en Quintos de Mora ha salido un cambio argumental y táctico; ya no se limita a acotar lejos de Su Persona las presuntas responsabilidades del subordinado sino que se agarra a la presunción de inocencia para limitar las dimensiones del escándalo. Es consciente de que está en sus manos y lo último que se puede permitir es dejar que se sienta abandonado. Es el guardián de los secretos de este mandato, incluso más que Ábalos, y Pedro no correrá el riesgo de desampararlo. Los dicterios contra el PP, y contra Ayuso en particular, estaban descontados; la prioridad del momento consiste en el rearme sectario para levantar el ánimo de unos militantes y votantes estupefactos.

El problema es que ‘descerdanizar’ el partido no será tarea fácil. El trabajo sucio es para especialistas, gente curtida, de probadas lealtades, dispuesta a tratar asuntos poco confesables, a disciplinar a voces a los discrepantes, a meter presión a las agrupaciones territoriales. María Jesús Montero no sirve ni quiere, con fracasar ante Juanma Moreno tiene bastante. Y para encontrar a alguien que no corra riesgo de salir en los informes de la UCO y al mismo tiempo conozca las cañerías estructurales habrá que esforzarse. La maquinaria electoral depende de ese cargo, y la caída de su titular supone una avería grave. Pero es que también está por ver –es un decir– que exista voluntad de limpiar la cochambre; el tono de la comparecencia del jefe del Gobierno no sugería contrición ni propósito de enmienda sino cierre de filas y determinación de salir al contraataque. Huida hacia adelante hasta que la suerte se acabe… o los tribunales le den alcance.