- Que dice la camarada PAM que un Satisfyer es una máquina de matar fascistas. ¡Si lo hubiera sabido Durruti!
Stalin se quedaría impresionado ante doña Pam, porque el Satisfyer destinado a masturbar señoras, mata fascistas. Y el ruso incentivando la producción de blindados T-34, lanzacohetes Katiuskas y lanzando a sus hombres en oleadas de cientos de miles hacia una muerte segura para que ahora Pam diga que con el succionador de marras hubiese bastado. A ver, conociendo lo rarito que era Hitler igual no es ninguna bobada. Eso sí, es una salida de pata de banco colosal, como todas las que dicen esas señoras podemitas que pretenden hacernos creer a hombres, mujeres y viceversa que hasta que ellas no llegaron al poder aquí nadie había tenido un orgasmo ni sabía hacer nada en la cama aparte del misionero. Esa fatuidad es terrible.
Servidor recuerda que el informe hecho por Shere Hite data de 1976, una encuesta entre 3.000 mujeres de 14 a 78 años, que nos decía a los hombres que a ver si espabilábamos, y que hablaba de la masturbación como elemento exploratorio y de conocimiento del propio cuerpo. Lo que no dijo nunca, porque es una chorrada como un pino, es que fuese preferible masturbarse al fornicio. Si más no, porque follando se conoce gente.
Pero Pam insiste y dice que el miedo ha cambiado de bando, que hablar de masturbación nos asusta a los hombres, que pedir placer para las mujeres es hacer política, que los chicos también nos asustamos de las gordas, del aborto, de las pilules anticonceptivas para hombres, las bajas menstruales o de que los tampones bajen de precio. Un sinvivir. Pues mire, Secretaria de Estado, a servidor se la rempampimfla si la gente, hombre, mujer o lo que se tercie, está gorda o delgada, es guapa o fea, lleva gafas o lentillas, es de Salamanca o de Helsinki o le gusta Perlita de Huelva, que a mí me gusta, o David Bowie, que también me gusta un horror. Porque lo que me interesa del ser humano es su interior. Ya ve, soy rarito.
Son ustedes quienes parecen tener una obsesión enfermiza con el sexo y se pasan el día que si la penetración es un acto de machismo y debería evitarse
Son ustedes, la verdad, monotemáticamente aburridas, cansinas, agostadas, acomplejadas y pueriles, porque querer descubrir ahora según que cosas acerca del sexo son ganas. A estas alturas en España a nadie le importa un huevo de Coturmix-coturnix-corturmix, o sea, la codorniz de toda la vida, como deshace las sábanas el personal. Son ustedes quienes parecen tener una obsesión enfermiza con el sexo y se pasan el día que si la penetración es un acto de machismo y debería evitarse, que si todos los hombres deberían ser penetrados analmente, que si los niños deben disfrutar su sexualidad con quien quieran – lo que me parece una aberración y una incitación a la pedofilia brutal, dicho sea de paso – y así dale que te pego.
Han llegado al punto de decirles a las mujeres heterosexuales que ya si eso no vayan a la mani del ocho de marzo para que el mundo trans tenga más visibilidad. Y a las feministas de verdad, las que se han dejado la vida por la igualdad en todos los órdenes, ni les han dicho por ahí te pudras.
Su ideología no busca equiparación, igualdad, equidad, sino la supremacía. Con mucha carga sáfica, si le he de ser sincero
El problema es que ustedes no son feministas, son otra cosa. Su ideología no busca equiparación, igualdad, equidad, sino la supremacía. Con mucha carga sáfica, si le he de ser sincero. Oiga, y que por mí como si mañana hacen ustedes un orfeón y se dedican a cantar el repertorio de Los Sabandeños, porque allá cada uno con sus cosas. Ahora, que con dinero público usted loe al Satisfyer me parece un exceso. Por cierto, y para evitar problemas con los colectivos de mujeres que reivindican un feminismo no hembrista, ¿han sopesado en ese sitio en el que está usted cobrando un pastizal que en la mani de mañana asistan sólo dildos, Satisfyer, aparatejos como el Anal Intruder o las bolas chinas? Que con un par de carrozas repletas de juguetes de esos y si lo patrocinan los fabricantes igual sus sueldos nos saldrían sus desvaríos más baratos, digo yo.