El separatista vasco que puede hacer que la ETA ceda

Desde su celda madrileña, el jefe de Batasuna, Arnaldo Otegui, afirmó que la violencia ya no era una estrategia válida. Es el hombre que puede hacer que la balanza se incline a hacia el lado de la paz.

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“La estrategia independentista es incompatible con la violencia armada”. Esta frase únicamente es una pequeña bomba. Fue pronunciada por el más influyente de los separatistas vascos, Arnaldo Otegui, de 52 años, desde su celda madrileña de Navalcarnero, donde está encarcelado desde octubre de 2009. Esta declaración forma parte de una entrevista publicada el pasado fin de semana por El País, que no ha pasado desapercibida: el juez Baltasar Garzón, director de orquesta de la ofensiva antiterrorista desde la década de los 90, habló de “declaraciones muy importantes”.

Personaje clave

En efecto, desde hace cuatro años se sabe que este líder independentista se ha distanciado de la ETA y que ahora apuesta por “vías democráticas y pacíficas”. Pero Arnaldo Otegui nunca se había desmarcado de la organización terrorista de una forma tan clara. En esa misma entrevista, se le preguntaba si estaba dispuesto a condenar el próximo asesinato de ETA. “Si eso ocurriera, nos opondríamos”. Lo que sería una primicia. Hasta entonces, los medios separatistas vascos no han cuestionado las imposiciones de los pistoleros.

Incluso si pasa una temporada en prisión, Arnaldo Otegui es un personaje clave del rompecabezas vasco. Según ciertos especialistas, es el hombre que puede hacer inclinar la balanza a favor de la paz y terminar con cuarenta años de atentados que han costado la vida a 829 personas. Desde finales de los 90, los medios lo han presentado a menudo como el “Gerry Adams vasco”, en referencia al líder del Sinn Fein que negoció el final de terrorismo en Irlanda del Norte. Arnaldo Otegui forma parte de todas las negociaciones con el gobierno español pero, se ha decepcionado cada vez, incapaz de impedir que la ETA volviera a la violencia.

Hoy, su líder podría por fin recoger sus frutos. El 4 de septiembre, la ETA decretó un alto el fuego: de buena fuente, fue el resultado de la insistencia de Arnaldo Otegui y de sus amigos. Ese día, sin embargo, las autoridades de la prisión de Navalcarnero le vieron “deprimido”. La razón es simple: el preso separatista exige más a ETA, a saber un alto el fuego “unilateral, permanente y verificable”. Sabe que sólo una iniciativa así empujará al gobierno de Zapatero a autorizar la candidatura para las próximas elecciones municipales de Batasuna, el brazo político de ETA ilegalizado en 2003.

Dotes de orador

Arnaldo Otegui goza de muchos elementos positivos. Desde hace una veintena de años, este hombre casado, padre de dos niños, es el jefe indiscutible de Batasuna. A pesar de su prohibición, esta organización tiene una cierta notoriedad y ejerce su autoridad sobre unos aproximadamente 150.000 separatistas vascos. Y Otegui emergió como su jefe de filas carismático: talla mediana, cordial y cercano a la gente, tiene verdaderas dotes como orador, tanto en euskara (la lengua vasca) como en español. Con el puño alzado, el verbo alto y claro, sabe avivar a las masas y tocar la fibra patriótica.

En privado, este moreno de pelo corto no es vanidoso. Sabe escuchar y hacerse respetar por los suyos. Y cuando no está entre rejas, siempre vive en su Elgoibar natal.

Su legitimidad, que también la arrastra de su pasado, de sus líos con la justicia, de sus numerosas temporadas penitenciarias y de su conocimiento de los secreto de ETA. Con 19 años, pasa “a la acción”. Se exilia en Francia y entonces formó parte del comando responsable del secuestro de un directivo de Michelin en Vitoria, lo que le supondrá 3 años de cárcel entre 1987 y 1990. Desde entonces, sus discursos incendiarios le supusieron muchos procesos por “apología del terrorismo” y otras temporadas carcelarias en toda España.

Paralelamente, no ha dejado de ser interlocutor privilegiado de Madrid. Especialmente en 2006, cuando negocia con el gobierno de Zapatero “el fin del conflicto vasco”. En vano: en diciembre de ese año, la ETA coloca una bomba en el aeropuerto de Madrid y mata a dos personas. Desde entonces, Arnaldo Otegui no ha renunciado, ha convencido a las bases independentistas que “la lucha armada ya no tiene sentido” y siempre se ofrece para dialogar con Madrid. Un experto de la cuestión vasca: “Hoy tiene una verdadera oportunidad de convertirse en el Gerry Adams vasco y de forzar a la ETA a dejar las armas. Eso dependerá de su valentía”.

François Musseau, Le Temps (Suiza), 22/10/2010