EL DOCTOR Sánchez invitó a una niña a La Moncloa. La idea no era suya, claro. Antes se le había ocurrido al chico de los Trudeau, que no es más listo, pero es canadiense y eso siempre es un plus. Hay alguna diferencia. Justin Trudeau llevó a su propia hija al despacho presidencial y allí se sentó la niña con los pies sobre la mesa, tal como lo hizo Aznar en la mesa de Bush, pero sin puro.
Sánchez tiene dos hijas, pero ya les había sacado partido publicitario cuando las llevó al salón del Consejo de Ministras para que escribieran con letra idéntica «te quiero mucho», así que se vio obligado a externalizar el servicio y encargárselo a una niña madrileña de nueve años llamada Irene. Vaya por Dios, ¿tenía que llamarse Irene? Por mucho que a Pablo Iglesias le haya parecido un gran detalle, a buen seguro.
Iván Redondo tomó nota y reprodujo el vídeo con la niña, copiado en parte de la hija de Trudeau y en parte del posado que el doctor hizo con su perrita Turca, hasta en el detalle de que ninguna de las dos estaba pixelada. Apuntaba Bustos con afinado trino que «a ver quién es capaz de convencer a esa criatura de que copiando no se llega a ninguna parte». La malograda ministra de Defensa, Carme Chacón, admitía la parte que le tocaba en aquella legendaria entrevista de la BBC: «Es que yo soy muy chuletera».
Rajoy creó en la campaña de 2008 un personaje de ficción: «una niña que nazca hoy en España…» La izquierda hizo mucha broma con ‘la niña de Rajoy’, aunque don Mariano también había copiado su criatura de ficción a Barack Obama, a quien también plagiaron la idea Cristina Kirchner y Felipe Calderón. Nuevamente, Chacón introdujo algún matiz: «Yo no soy la niña de Rajoy. ¡Soy la niña de Felipe!».
El doctor Sánchez también tiró de niñas para subrayar el inicuo proceder del capitalismo con la condición femenina, pero las niñas tenían entonces más de treinta y las cambiaba de nombre en cada plaza: Juana, Valeria, Verónica o quizá Victoria, qué más daba. Lo que no cabe es el esfuerzo de encargar la Presidencia del Gobierno a una niña desconocida, cuando todos los españoles sabemos de una niña que está llamada a ser la Jefa del Estado sin intervención del doctor Sánchez: la princesa Leonor, que además es fan de Kurosawa, bendita criatura.