EL MUNDO 03/05/14
· Los seguidores de los dirigentes de ERC y CUP se disparan en Twitter tras la Diada de 2012 y quintuplican a los de PP y PSC.
El soberanismo se ha catapultado sobre las redes sociales. Oriol Junqueras (ERC) y David Fernàndez (CUP) suman casi 200.000 seguidores en Twitter, cinco veces más que Alicia Sánchez-Camacho (PP) y Pere Navarro (PSC), que apenas tienen 20.000 cada uno. Desde la Diada de 2012, su éxito on line se ha disparado.
La masiva manifestación por la independencia de Cataluña que se celebró el 11 de septiembre de 2012 marcó un antes y un después para los nacionalistas. En esa fecha, Junqueras únicamente lograba reunir a 25.000 seguidores en Twitter, que ahora se han quintuplicado hasta los 120.000. Fernàndez, por su parte, ha pasado de tener unos pocos miles a más de 70.000 en tan sólo dos años.
A lo largo de este tiempo, tanto Sánchez-Camacho como Navarro han subido apenas de 5.000 a cerca de 20.000 followers y entre uno y otro no suman ni la tercera parte de los que aglutina Junqueras.
El nacionalismo catalán gana cada vez mayor peso en las redes sociales a medida que avanza el debate sobre el soberanismo impulsado por Artur Mas. Los líderes políticos favorables al desafío independentista comenzaron a abrir brecha después de que el president reclamara en Madrid, en septiembre de 2012, un Estado propio para Cataluña. Y esa ventaja de CiU, ERC, ICV y la CUP ha ido ensanchándose de forma notable en el último medio año, cuando se han dado a conocer la fecha y las preguntas de la consulta, y cuando el Parlament ha tratado de avanzar hacia su convocatoria.
Para Juan Manuel Zafra, especialista en comunicación corporativa, política e institucional, «es evidente que el movimiento independentista catalán está haciendo un uso estratégico de las redes sociales para generar una corriente de cambio a su favor». Zafra, que durante el Gobierno de Zapatero impulsó la cuenta de Twitter de La Moncloa, caracteriza la popular red de microblogging como «una herramienta de activismo y agitación», dos rasgos que, en su opinión, se encuentran «muy relacionados con el nacionalismo».
Junqueras se ha consolidado como el político catalán más popular en Twitter. Supera ya los 120.000 seguidores, con un aumento del 20% en el último medio año. «Han hecho un trabajo de comunicación muy importante», señala David Álvarez. Este analista y consultor de medios sociales dice que los partidos, sobre todo los minoritarios, utilizan esa red como un «elemento básico de movilización, captación y comunicación».
Tras Junqueras se sitúa, en el ámbito nacionalista, el portavoz de la CUP en el Parlamento, David Fernàndez (@HiginiaRoig en Twitter). Sus mensajes –cargados de crispación– son seguidos por más de 70.000 tuiteros, pero todavía más significativo resulta su ritmo de crecimiento en los últimos seis meses. Llega al 32%, el más elevado de todos los líderes catalanes.
Una evolución más modesta presenta el ex diputado de ICV en el Congreso Joan Herrera, que cuenta con más de 33.000 seguidores y sólo ha logrado ganar un 13% de adeptos en los últimos seis meses. Se da la circunstancia de que Mas no ha desarrollado un perfil personal como líder de CiU, pese a que abrió el debate político con sus iniciativas desde la Presidencia de la Generalitat. En conjunto, al concluir abril, los líderes nacionalistas –incluyendo al perfil genérico @CiU– llegan hasta los 265.000 followers y ya duplican a la suma de quienes siguen a Ciutadans, PP y PSC.
Adolfo Corujo, director general de Llorente y Cuenca, destaca otra clave, de carácter territorial, para explicar esta tendencia. «Cuando la política es local, y más cercana al ciudadano, se produce un nivel más alto de vinculación, y en ese contexto los partidos nacionales se diluyen y tienen mayores dificultades para que sus líderes crezcan tanto como los nacionalistas, identificados con territorios más reducidos». Desde su perspectiva, los partidos usan ahora Twitter como un «altavoz», aunque en campaña se vuelcan igualmente en Facebook, porque, como comunidad cerrada, «funciona como un elemento de activación».
El examen de las cuentas de los políticos no nacionalistas arroja otra conclusión llamativa: el liderazgo inapelable de Albert Rivera, de Ciutadans. Con 93.200 seguidores, es el único capaz de codearse en términos de popularidad con los partidarios de la consulta soberanista. En el último año ha ganado un 27% más de followers, más que Junqueras.
«Ciutadans lleva mucho tiempo apostando por las redes sociales y detrás hay un político que está cuidando su marca». La opinión de Álvarez abre una segunda línea de análisis. ¿Favorecen las redes sociales a los partidos más pequeños? Desde su punto de vista, el primer factor es la necesidad: «Las fuerzas minoritarias no tienen el mismo acceso a los medios de comunicación, por lo que ésta es su vía natural para dirigirse a los ciudadanos».
Corujo detecta también la raíz de las diferencias en el contenido de los mensajes. «El uso de las redes sociales requiere una coherencia alta en la emisión de los mensajes, y eso siempre es más sencillo en un partido pequeño. En un partido grande, se reduce el uso para limitar el riesgo de incoherencia entre distintos representantes. Al final, se tiende a repetir la misma consigna, lo que convierte los perfiles de sus líderes en menos atractivos».
Como los otros especialistas, Zafra alude a la crisis económica y a la decepción general con las instituciones para interpretar la sobrerrepresentación virtual de las fuerzas más pequeñas. «En un momento en que el desapego de los ciudadanos y los políticos es tan grande, las redes sociales son un terreno abonado para quienes plantean alternativas, nuevos liderazgos y nuevas formas de participación». Desde su perspectiva, existe un mutuo desafecto entre los usuarios de las redes sociales y las grandes formaciones. «PP, PSOE, y también CiU en Cataluña, se sienten partidos de gobierno y no quieren entrar en un juego que amenaza el reparto de poder establecido. Y la Red tampoco les quiere, porque se mueve con espíritu de rebeldía».
Estos factores ayudarían a explicar el estancamiento de los líderes popular y socialista. Sánchez-Camacho, presidenta del PP en Cataluña, se sitúa en el entorno de los 20.000 seguidores; en los últimos meses su perfil sólo ha crecido un 14%. Navarro está en situación similar. El dirigente del PSC cierra la lista con apenas 19.000 followers y un crecimiento del 18% en el último medio año.
Álvarez apunta que, en ocasiones, el incremento de popularidad responde a un hecho concreto. De Sánchez-Camacho recuerda cómo ganó seguidores al publicarse que había sido espiada durante una cena con la ex pareja de Jordi Pujol Ferrusola.
Pese a estos episodios esporádicos, el escaso poder de atracción de Sánchez-Camacho y Navarro en Twitter podría ser síntoma de un fenómeno más profundo. «Ni el partido del Gobierno ni el PSOE están diciendo qué futuro ofrecen. Ahí está el problema; no en si usan más o menos Twitter», concluye Zafra.
¿Pueden estas tendencias en las redes sociales servir para predecir el hipotético comportamiento de los votantes en las urnas?
Los expertos lo descartan. Las reglas de juego son diferentes. Primero, porque una misma persona puede seguir a varios líderes o partidos, como señala Álvarez. En segundo lugar, porque, citando a Corujo, para las fuerzas políticas resulta más importante marcar la agenda que aumentar el número de seguidores, «y son los periodistas los que convierten una tendencia en las redes sociales en un asunto de agenda».
Tampoco parece claro que las posturas más radicales obtengan en las redes sociales una ventaja adicional sobre las más moderadas. «Hay radicales que no son populares», descarta Álvarez. Corujo da la vuelta al argumento: «En general, son las emociones positivas las que tienen mayor capacidad para movilizar».
Al hilo de esas emociones positivas, Zafra vincula la ventaja de los nacionalistas en esta carrera con la concepción de las redes sociales como espacios horizontales «de liberación» para la ciudadanía». Espacios «que permiten soñar, deliberar, discutir, diseñar proyectos comunes e incluso construir nuevas realidades, que no siempre pueden desarrollarse ni trasladarse al mundo offline».
Año y medio después del reto independentista de Mas, su fuerza virtual radica, para los expertos en comunicación política, en haber generado ilusiones, independientemente –hasta ahora– de que puedan o no cumplirse. Ilusiones que, según Zafra, han cobrado para algunos carácter simbólico. «Por primera vez en Cataluña se plantea la posibilidad de provocar la quiebra o transformación del sistema. Es algo que no se consiguió ni de lejos con el 15-M ni con Occupy Wall Street, y de lo que no hay referentes en el mundo desarrollado».
La ventaja nacionalista en Twitter no se limita al número de seguidores, sino a la utilización de las etiquetas promovidas por los partidarios de la consulta soberanista y en el número de personas que conversan sobre ella. Datos que refuerzan, en el último año, la apreciación de Corujo sobre la viralidad en las redes sociales. «La anécdota arde como el papel, pero tiene un recorrido corto; sin embargo, hay asuntos que crean una inercia difícil de parar».
EL MUNDO 03/05/14