EL CORREO 11/03/14
La publicación esta semana de un manifiesto, firmado por unas ochenta personalidades de la órbita soberanista, ha puesto de relieve los temores que el independentismo de base tiene de que Artur Mas y Mariano Rajoy puedan pactar una salida a la baja para la cuestión catalana, que reconduzca la situación tras el ciclo electoral de este año y el próximo y deje en agua de borrajas el camino hacia la independencia.
«A Mas le empiezan a temblar las piernas», afirma, Julià de Jòdar, escritor, militante de CUP y uno de los intelectuales que i mpulsaron la Asamblea Nacional Catalana (ANC), principal actor de movilización del proceso independentista. «El presidente de la Generalitat y su partido comienzan a titubear», añade Josep Ferrer, ex rector de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y promotor del manifiesto ‘Un referéndum, tanto sí como no’. Ambos coinciden en que las suspicacias hacia el dirigente nacionalista vienen de lejos y se hicieron más patentes cuando admitió, hace casi un año, que si no es posible hacer una consulta de acuerdo con el Estado, convocará unas elecciones plebiscitarias. «Fue como aceptar una derrota estratégica», señala De Jòdar.
Los recelos, por tanto, le acompañan al presidente de la Generalitat casi desde que juró su cargo como jefe del Ejecutivo autonómico hace 15 meses. Pero se han incrementado después del Debate sobre el Estado de la Nación, donde el portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, le pidió a Rajoy «renuncias mutuas»; tras la visita de cuatro días del príncipe Felipe a Cataluña, donde habló poco en público pero dicen que tomó buena nota de lo que ocurre, y tras algunos movimientos del mundo empresarial, como los desmarques del proceso de las patronales, de una sesentena de directivos de grandes multinacionales alemanas instaladas en Cataluña, del Círculo de Economía o del sector financiero. Las declaraciones de la comisaria europea de Justicia, Viviane Reding, que apeló en Barcelona a La Moncloa y a la Generalitat a negociar sin líneas rojas para evitar la independencia también han supuesto un jarro de agua fría.
Su temor es que Mas se «arrugará» y convocará como mucho un «sucedáneo» de referéndum llamado elecciones plebiscitarias, según apunta el ex rector de la UPC. Aunque tanto CiU como ERC llevan meses advirtiendo de que los comicios autonómicos en clave de plebiscito serán la antesala de una declaración unilateral de independencia por parte del Parlamento catalán, Ferrer cree que las presiones serán tan fuertes que CiU, y también sectores de Esquerra, tendrán la tentación de llegar a un «apaño a la baja».
«El problema de las plebiscitarias es que su resultado se puede tergiversar, dejan además en manos de los partidos un posible pacto intermedio posterior con el Estado y por tanto la decisión final no será de la ciudadanía», afirma. De hecho, Ferrer cree que los «movimientos de tropas para pergeñar ese acuerdo» entre Cataluña y el resto de España ya se están produciendo.
Más presión
De Jòdar señala que Mas tiene el aval de la ciudadanía hasta el 9-N. «Luego ya veremos», dice. A partir de septiembre, la movilización y la presión de las plataformas como la ANC u Óminum Cultural será tan «fuerte», según apunta el escritor catalán, que si el president tiene la «tentación de no estar a la altura de la calle, la desobediencia que reclaman estas entidades puede volverse en su contra». Hasta el punto, asegura, que la ANC, que en 2012 consiguió organizar una manifestación de 1,5 millones de personas en la Diada y al año siguiente se superó con la Vía catalana, «podría presentarse a las elecciones», arrastrando a CiU y puede que también a Esquerra. «Él puede ser que llegue hasta el final pero no sé si su partido irá detrás. Puede ocurrirle como a Ibarretxe», apunta De Jòdar. «Mas tiene precedentes, como ocurrió con el Estatut, cuando negoció una rebaja con Zapatero, que nos hace temer que ahora también se echará atrás», afirma Ferrer. «Pero la marea independentista es tan potente, que si se echa a un lado, la ola le pasará por encima», remata.
Precisamente, la recuperación del Estatuto, tal y como salió del Parlamento autonómico, y no ya con el ‘cepillado’ al que, en términos de Alfonso Guerra, se le sometió en las Cortes Generales es el único pacto que el soberanismo catalán estaría dispuesto a escuchar como oferta del Estado para evitar la independencia, según Josep Ferrer. Pero como esa oferta es imposible que llegue, concluye, Cataluña solo puede tomar el camino de la independencia.