El mero hecho de que un periodista recabe impresiones sobre el estado de ánimo del socialismo alavés tras el varapalo del 22-M, que supuso perder el Ayuntamiento de Vitoria y quedar relegados al cuarto puesto en las Juntas Generales, genera suspicacias entre sus dirigentes y cargos electos.
Nadie quiere que un titular punzante o un entrecomillado obtenido en caliente ahonden en las heridas y ponga a todos a la defensiva en un momento crítico para el partido. «Tenemos 125 años de historia, no nos vamos a desangrar en una guerra interna. Estas cosas es mejor hablarlas en familia», explica un destacado dirigente resumiendo parte del sentir general.
Pero nadie, salvo la actual dirección del PSE alavés dirigido por Txarli Prieto, esconde que existe un profundo malestar por la manera en la que el actual secretario general, rodeado por un equipo de absoluta confianza, ha gestionado en solitario la formación en los últimos años. A veces el fondo y, sobre todo, las formas, han hecho que el resto del partido se sienta desplazado en la toma de decisiones que generaron más de un roce con la Ejecutiva nacional del PSE. En todo caso, el debate sobre el liderazgo parece aparcado de momento. «Hoy por hoy las cosas están como están, todos a una y el proyecto antes que las personas», explica un miembro de la Ejecutiva territorial contrario a la línea de Prieto.
La prioridad de momento, explican los consultados, está en reconstruir la imagen del partido de cara a la próxima cita electoral, las elecciones generales, que llegará, como muy tarde, a principios de 2012. «Lo importante es el programa», recalca un cargo socialista alavés, que explica que las cerca de 25 intervenciones en el pasado comité provincial apuntaban en este sentido.
Los consultados coinciden en que abrir ahora una batalla por el liderazgo supondría caer de lleno en el abismo y ahondar en la brecha con el electorado y la militancia. Aseguran que la prioridad es construir un proyecto capaz de reconquistar al electorado que se quedó en casa el 22-M. «Hemos perdido el contacto con la calle», explica uno de ellos.
Aunque existen mecanismos estatutarios para forzar un relevo en la cúpula sí hay una mayoría dispuesta a ello. Hoy por hoy esta opción no está sobre la mesa -el próximo congreso está previsto para 2013-. Esto no impide que el malestar generado por el tipo de liderazgo ejercido por Prieto siga latente y quienes se oponen crean que esta nueva etapa requiere de «nuevos modos». «Las cosas tienen que cambiar», explica otra voz autorizada en Álava que no comparte la línea marcada por Prieto, caracterizada por cabalgatas en solitario al filo de la navaja. Los dos ejemplos más visibles fueron su fallida candidatura a diputado general en 2007, que entregó el ente foral al PNV, y el rechazo al acuerdo del entonces presidente de Caja Vital, Gregorio Rojo, con el PP sobre la situación de la entidad financiera.
Varios dirigentes añaden que lo que ocurre en el socialismo alavés no se puede resumir en una mera batalla de familias entre los partidarios del presidente del Senado y del PSE Alavés, Javier Rojo, y la actual dirección encabezada por Prieto y el secretario de Organización, Victor García Hidalgo. «Simplificar esto a una pelea Rojo-Txarli es hacerle un favor a Prieto. Esa es una lectura del pasado, tenemos que pensar en el futuro y eso implica dar paso a una nueva generación», razona otro miembro de la Ejecutiva alavesa.
Prieto, por su parte, niega la existencia de diferencias mayores. «No he visto declaraciones en este sentido y no contesto a rumores», afirmó en una conversación con este periódico, «en el comité provincial hubo un debate reflexivo y sereno en el que cada uno piensa como piensa», añadió. Prieto cree que lo fundamental ahora es dejar atrás la imagen de un partido desdibujado ante la crisis: «La gente esperaba más de nosotros».
Pocos se vieron sorprendidos cuando Prieto dejó la portavocía en Juntas en manos de la número dos de la lista, Cristina González (Vitoria, 1969), una persona de su máxima confianza. Entre los detractores de Prieto hay diversas lecturas de este cambio, desde quienes consideran que el nombramiento de González podría ser el primer paso de Prieto para dejar al frente a su heredera hasta quien valora como punto positivo la elección de alguien más joven. También hay quien piensa que el gesto solo supone un cambio de imagen.
Prieto, por su parte, niega que la decisión dependiera solo de él y afirma que González tiene la máxima confianza de la Ejecutiva nacional que la nombró por unanimidad. Es necesario, viene a decir, darle tiempo para que haga su propio recorrido.
Mientras tanto, en el Ayuntamiento de Vitoria, la legislatura se antoja larga para los socialistas, que verán como varios de los proyectos lanzados en sus cuatro años de gobierno llegan a punto de caramelo durante el mandato del nuevo regidor popular, Javier Maroto. Y no parecen haber prisas para relevar al actual al exalcalde, Patxi Lazcoz.
Al ser preguntado por su futuro, Lazcoz, que mantiene una pésima relación personal con su sucesor, ha reiterado que, de momento, se queda en el consistorio. Cuando Alfonso Alonso (PP) terminó en la oposición en 2007, no fue hasta un año después tras las elecciones generales y obtener un escaño en el Congreso, que dejó su plaza como concejal. Parece haber cierto consenso en que Lazcoz se merecería, cuando menos, la misma cortesía.
EL PAÍS, 19/6/2011