Federico Buyolo-El Español
  • La estética de la resistencia está acabando por erosionar la ética del proyecto socialdemócrata, que se enraíza en la coherencia con nuestros valores y el respeto por quienes depositan sus esperanzas en ellos.

«¡No es esto, no es esto!».

Desde hace un tiempo, ya demasiado, resuenan en mi cabeza estas palabras de José Ortega y Gasset publicadas en el diario Crisol el 9 de septiembre de 1931.

Resuenan, con la misma fuerza, las palabras pronunciadas por Carme Chacón en Olula del Río el 7 de enero de 2012, donde dejaba claro lo que era el socialismo:

«Si decimos izquierda, hacemos izquierda».

En estos días, donde vemos y sufrimos las acciones de gente que ha pervertido los ideales socialistas de cientos de miles de personas que a lo largo de la Historia han luchado por los otros en un proyecto conjunto, me digo nuevamente: ¡no es esto, no es esto!

No voy a negar el dolor y la tristeza que siento al ver cómo personas a las que he tenido cerca han traicionado no sólo a mí, sino a todas aquellas gentes que cada mañana luchan por su dignidad y confían en los valores de igualdad, libertad y solidaridad.

En definitiva, por la justicia social, que es lo que ha de representar la socialdemocracia española.

Hoy miro hacia atrás, como decía Carme Chacón en aquel discurso, y me siento orgulloso de la historia de mi partido, de una socialdemocracia que ha trabajado por construir una sociedad con valores.

Ha habido errores, sin duda. Ha habido aciertos, muchos. Pero lo más importante: ha habido valores inquebrantables e inconformismo social para seguir trabajando por la justicia social.

«Defender la democracia no consiste únicamente en poner pie en pared para que no lleguen aquellos que quieren romperla. Es, ante todo, cuidarla desde dentro»

Sin caer en la retroutopía o en la nostalgia de lo que fuimos, mirar atrás con orgullo sólo tiene sentido si nos ayuda a no perder la brújula de lo que siempre fuimos y seremos. Porque los valores practicados no pueden ser diferentes de los valores que proclamamos.

La política no puede disociar ética y estética. No puede transitar entre lo que se proclama y lo que se hace, entre lo que se hace y lo que se explica. Una política sin estética es ciega; una política sin ética es muy peligrosa.

Por desgracia, la estética de la resistencia está acabando por erosionar la ética del proyecto socialdemócrata que se enraíza en la coherencia y el respeto.

Coherencia con los principios y valores de un proyecto socialdemócrata moderno con una historia de lucha, sacrificio y compromiso.

Respeto por lo que representa el Estado Social de Derecho al que tanto hemos contribuido a consolidar.

Respeto por las instituciones.

Respeto por las personas que depositan sus esperanzas y futuro en los valores que representamos.

Respeto por aquellos que, como nosotros, trabajan por una democracia social. Coherencia en hacer lo que decimos y decir lo que hacemos.

Por eso, quiero gritar con voz firme: ¡no es esto, no es esto!

Cuando la política renuncia a la estética, otros la ocupan con estéticas más simples, más agresivas y más eficaces, los espacios comunes con un solo objetivo: romper nuestra convivencia.

Defender la democracia no consiste únicamente en poner pie en pared para que no lleguen aquellos que quieren romperla. Es, ante todo, cuidarla desde dentro.

La socialdemocracia no se mide sólo por lo que defiende, sino por cómo lo defiende y desde dónde lo hace.

Por eso, hoy más que nunca me reafirmo en que si decimos izquierda, hacemos izquierda.

No es esto cuando exigimos más a los otros que a nosotros mismos.

No es esto cuando aceptamos que los valores sean un discurso y no nuestra manera de ser.

La socialdemocracia vive o muere en la coherencia entre ética y estética. Cuando dejamos de hacerlo, aunque sigamos gobernando, ya ¡no es esto!

*** Federico Buyolo fue diputado nacional por el PSOE durante la X Legislatura (2011-2015).