La líder del PSE, Idoia Mendia, vive estos días sus horas más amargas. Bajo su tutela, los socialistas vascos registraron el domingo los peores resultados de su historia: 126.139 votos -–86.670 menos que en 2012–, que se traducen en sólo nueve escaños en el Parlamento vasco, frente a los 16 que ocuparon hace cuatro años. El partido queda relegado a la cuarta fuerza, igualada en parlamentarios con el PP. Un amargo estreno para Mendia, que presentaba por primera vez su candidatura a la presidencia del Gobierno vasco después de que Patxi López, el único lehendakari que ha tenido el socialismo, decidiera dar el salto a la política nacional de la mano de Pedro Sánchez.
Euskadi podría haber sido el empujón para afianzar a Pedro Sánchez en la Secretaría General del partido, pero ha sido su mayor trampa. Se volcó en la campaña –visitó el País Vasco hasta cinco veces– y se esforzó por presentar la cara más a la izquierda del PSOE y la mayor oposición al posible Gobierno de Mariano Rajoy. Eligió incluso Portugalete, una localidad de la Margen Izquierda de la Ría del Nervión, histórico feudo socialista –de hecho, es uno de los únicos nueve municipios vascos que tienen alcalde del PSE–, para ratificar su abstención innegociable y anunciar su intención de intentar liderar (por segunda vez) un Gobierno alternativo. Pero ni aun así. Ni Sánchez ni Mendia consiguieron movilizar a su electorado para dar al traste con unas encuestas que les daban perdedores de la carrera antes de empezarla y que ha terminado con el partido perdiendo en los que antes eran sus feudos tradicionales. Ahora el PSE ya no tiene feudos.
En las elecciones del domingo ni siquiera consiguió ganar en los pocos municipios en los que mantiene la alcaldía. De hecho, los socialistas vascos sólo fueron la fuerza más votada en la localidad guipuzcoana de Lasarte-Oria, y sólo por 58 votos sobre el PNV. Perdió en Portugalete, donde ni siquiera el carisma de su alcalde, Mikel Cabieces, ni el hecho de que Patxi López o el histórico líder de UGT Nicolás Redondo sean naturales de esa localidad y hagan gala de ello, pudieron con el huracán del PNV. Y perdieron en Santurtzi, en Sestao, en Barakaldo (localidades en las que ya no gobiernan en los ayuntamientos)… En toda la Margen Izquierda, tradicional caladero de votos socialistas que se ha ido desinflando desde hace años en cada elección casi a la vez que perdía el brillo la industria de la zona. No hay más que ver las cifras: en las elecciones al Parlamento vasco de 2012 los socialistas consiguieron 32.331 votos en la Margen Izquierda; en las del pasado domingo sólo 19.197. Es decir, 13.134 menos en cuatro años.
La debacle no ha sido sólo respecto a las autonómicas. Quien busque diferencias en el voto entre las autonómicas y las generales para los socialistas en su anterior bastión de la Margen Izquierda sólo encuentra una: siempre en disminución. En las generales del 20-D, estos municipios aglutinaron 25.522 votos, en las generales del 26-J, 24.740. Y en las autonómicas del domingo, 19.197. Es decir, sólo en los tres meses que separan las últimas elecciones generales y las autonómicas los socialistas perdieron 6.325 votos.
La cúpula del PSE busca ahora explicaciones a la debacle y soluciones para la recuperación. Hoy reunirán a la Comisión Ejecutiva para analizar los resultados. El parlamentario José Antonio Pastor no quería ayer buscar culpas en Sánchez ni en Mendia e insinuaba una fuga de voto útil hacia el PNV ante el peligro, quizá, de una coalición entre Bildu y Podemos. «Una especie de voto refugio, de voto útil, también de electores socialistas», aventuró.