Miquel Giménez-Vozpópuli
  • Jaume Collboni, del PSC y hasta ahora número dos en el ayuntamiento de Barcelona, dimite para hacer campaña

Y lo hace sin anestesia ni prescripción facultativa, a pelo, sin incurrir a sus ojos en contradicción alguna esperando, suponemos, ser la reencarnación de aquel somormujo del Bhagavad Ghita que entraba y salía del agua sin mojarse las plumas. ¿Quiere decir eso que el pacto entre podemitas y peseceros se ha roto en el consistorio barcelonés? Ni mucho menos, que de algo habrá que ir viviendo. Si Collboni se ha tirado de la moto en marcha es porque pretende pasarse las semanas que faltan hasta las elecciones municipales diciéndonos que todo lo malo que ha hecho el gobierno municipal, del cual ha formado parte, tiene arreglo si lo votan a él. O sea, te incendio la casa como pirómano ideológico que soy y luego vengo disfrazado de bombero, so pretexto de intentar apagar el fuego que yo mismo he provocado.

Pero como uno ya no sabe a qué atenerse con la gente, que parece impermeabilizada, sanforizada y sin necesidad de plancha en lo que respecta a la valoración de los políticos, es muy posible que obtenga bastantes votos. Incluso se dice que podría ganar a Colau, aunque sin poder gobernar en solitario. Desde luego, si el tal Collboni, al que no se le conoce currículum profesional como a su amigo Iceta, acabara siendo alcalde poco o nada veríamos cambiar en la capital catalana. Hombre, igual se acababa el pifostio circulatorio, pero hemos de recordar que de todo lo que nos ha caído a los barceloneses por partida doble, puesto que a la nefasta Colau habría que sumar las barrabasadas cometidas por esos amables lazis quema contenedores, Collboni es también responsable.

Ustedes se preguntarán las razones de esa contumacia en el error y yo les digo que recuerden cómo el pueblo sacó en hombros a Fernando VII al grito de «¡Vivan las cadenas!»

No vale saltar en marcha y decir “Señorita, yo no he sido”. Aunque, insisto, es tal el lavado de cerebro al que se ha sometido a la población catalana que igual podría ganar. Incluso podría volver a ganar Colau, miren lo que les digo. Ustedes se preguntarán las razones de esa contumacia en el error y yo les digo que recuerden cómo el pueblo sacó en hombros a Fernando VII al grito de ¡Vivan las cadenas!

Al vulgo hay que considerarlo iletrado y mucho me temo que por mucha tablet y mucho Instagram que tenga, sigue siendo ágrafo y tremendamente vulnerable a la demagogia. No es normal que los partidos que defienden la libertad y la democracia de corte occidental como PP, VOX o incluso Cs apenas tengan representación en el ayuntamiento según las encuestas pero que, en cambio, sí la obtengan partidos golpistas, agitadores y revanchistas. Y, además, incapaces de hacer la O con un canuto. Y eso que el PP puede presumir de gestión municipal en Madrid y en muchas otras ciudades, por lo tanto votarlos no sería ni un acto de fe, ni un salto al vacío ni un acto irresponsable. Tampoco ideológico stricto senso, porque si en alguna elección cuenta la obra de gobierno es en las locales. Y ahí tienen a Albiol en Badalona, refrendado por la inmensa mayoría de badaloneses que para nada son de derechas pero que tiene más votos que todo el resto de partidos aunque no pueda gobernar porque según la maldita ley D’Hondt le falta un concejal. De momento.

Solo han traído a Barcelona delincuencia, ruina, suciedad, descrédito, ratas, mala administración, miseria y degradación de las instituciones

Si tuviésemos que atenernos a las barbaridades perpetradas por el binomio Colau-Collboni no les debería votar ni el Tato. Solo han traído a Barcelona delincuencia, ruina, suciedad, descrédito, ratas, mala administración, miseria y degradación de las instituciones. Hemos retrocedido cuarenta años.

A Dani Sirera, el candidato popular, le bastará rebatir cada medida que proponga Collboni preguntándole por qué no la aplicó cuando era primer teniente de alcalde. A ver qué dice.