- Exista o no ‘el pacto del caserío’ es incuestionable que Sánchez ha convertido a Bildu en su más firme puntal político
Una búsqueda con la frase «Sánchez desmiente» tiene en Google alrededor de un millón cuatrocientos mil resultados. Si el sintagma buscado cambia a «Sánchez miente», la cifra pasa de los nueve millones. Lo que de momento ni siquiera puede aclarar Gémini es si el presidente miente también cuando desmiente, aunque se cura en salud remitiendo a una vieja sentencia atribuida a Bismarck: nunca creas nada hasta que el Gobierno lo niegue. La inteligencia artificial ha declinado por tres veces contestar a una pregunta directa sobre la credibilidad de Pedro, y a la cuarta, no sin varios circunloquios evasivos, ha respondido que «su palabra es volátil» y que «un análisis frío» demuestra que «hará lo que necesite para sobrevivir políticamente».
Todo esto viene a cuento de que el articulista buscaba algún modo objetivo, o al menos carente de sesgo, de calibrar la rotundidad con que el jefe del Gobierno ha negado que en 2018 mantuviese con Arnaldo Otegi un encuentro secreto. «Eso es mentira», ha dicho, mientras el presunto filtrador de la noticia, Koldo García, a quien el periódico ‘El Español’ atribuye haber conducido a Sánchez a la entrevista, sostiene que se trata de un hecho cierto. La palabra ‘mentira’ en boca de un hombre de tan dudoso crédito produce un raro efecto, una mezcla de escepticismo, perplejidad y recelo ante la simple posibilidad de hallar en él un destello sincero.
Así que habrá que recurrir al método deductivo. Es una verdad incontrovertible que Sánchez descartó de manera explícita cualquier acuerdo con Bildu –«si quiere se lo digo cinco o veinte veces»– para acabar convirtiéndolo en su más leal aliado político. Y lo es también que Otegi se declaró dispuesto a hacer lo que fuera necesario para excarcelar a ‘sus’ presos –está grabado en un vídeo–; que las contrapartidas de su apoyo a la investidura y a todas las iniciativas parlamentarias del sanchismo nunca se han conocido, y que Santos Cerdán y su socio empresarial intermediaron para acercar al PNV y a la coalición post-etarra hacia el bloque del Ejecutivo. En ese contexto cobra sentido de verosimilitud el llamado ‘pacto del caserío’.
Sucede que existiese o no esa cita, a estas alturas es innegable que Bildu ejerce como el puntal más firme de la alianza Frankenstein, ese conglomerado de partidos delincuenciales que sostiene desde el primer momento el mandato corrupto de Sánchez. Lo mejor de cada casa: legatarios de terroristas y golpistas catalanes, todos con amplio currículum de antecedentes penales y con dirigentes que han pasado por la cárcel. Por esa razón ni la revelación periodística ni su desmentido extrañan a nadie; las traiciones, la ocultación, el engaño y el chantaje han creado una atmósfera de desconfianza general donde ya es imposible distinguir mentiras y verdades porque unas y otras se funden en la desoladora evidencia de un fraude democrático constante.