José Antonio Zarzalejos-El Confidencial
- El congreso de Sortu en enero es crítico porque se acordará la incorporación orgánica del exetarra que sustituirá a Otegi mientras sigue el enaltecimiento de los terroristas
Parece una paradoja, y quizá lo sea, que el rechazo a la independencia en el País Vasco registre cifras inéditas teniendo en cuenta la hegemonía del nacionalismo. El separatismo solo lo profesa poco más del 20% de la ciudadanía y una clara mayoría concilia la doble pertenencia vasca y española. Los datos proceden del último y reciente estudio demoscópico del Gobierno vasco.
De ahí que llame más la atención la alta valoración de la portavoz de Bildu en el Parlamento vasco, Maddalen Iriarte (5,3), a solo dos décimas de la del lendakari (5,5). Y que sorprenda que la coalición radical ‘abertzale’ incremente sus expectativas electorales, debido, sin duda, a la amnesia colectiva que adormece la conciencia crítica de la mayoría de los vascos, la tuneada proyección pública de Bildu y la legitimación política que sus cinco diputados reciben en el Congreso de los grupos parlamentarios del Gobierno (PSOE y UP). Juega también la operación de Junqueras y Otegi de hacer tándem ERC-Bildu, presentándose como una izquierda independentista sin las adherencias oxidadas de los nacionalismos clásicos.
En enero culminará el proceso asambleario de Sortu, el partido nuclear de Bildu que dirige Arkaitz Rodríguez bajo la tutela de Arnaldo Otegi, actual coordinador general de la coalición EH Bildu. Una agrupación de formaciones —especialmente Sortu— que recoge la herencia de la banda terrorista ETA y así pelea por la justificación de sus acciones criminales como expresión de un “conflicto” cuasi bélico; respalda a los presos de la banda; elabora la épica de la “lucha armada” mediante las bienvenidas públicas a los terroristas excarcelados y se niega a “condenar” la violencia limitándose a “rechazarla”.
Otegi maneja Sortu con un equilibrio peculiar entre el sector duro (un 30% de la militancia) y el más político (70%). Ambos están participando en el proceso asambleario que terminará con una nueva directiva. Se cae del consejo nacional de Sortu un personaje especialmente repelente como Rufino Echevarría, autor que fue de la ponencia denominada ‘Oldartzen’, que propugnaba en HB y ETA la socialización del sufrimiento, aquella que marcó la época más sanguinaria de la banda.
Pero la mayor novedad es que Otegi (Mondragón, 1958) entra en la fase última de su liderazgo ‘carismático’ para depositarlo luego con toda probabilidad en la persona del último jefe de la banda terrorista ETA, David Pla Martín (Pamplona, 1975), que será titular de la vicesecretaría tercera como responsable de Orientación Estratégica del partido. Le acompañará en la dirección una exetarra con galones: Elena Beloki. Otegi dejó en 2017 la secretaría general de Sortu, desempeñada ahora por Arkaitz Rodríguez (San Sebastián, 1979), pero sigue siendo el rostro y la voz de la organización.
David Pla fue el etarra encapuchado que en octubre de 2011 anunció el fin de las acciones criminales de la banda, luego resultó detenido y cumplió condena en Francia y la Audiencia Nacional le dejó en libertad el pasado 19 de febrero. Tiene las credenciales radicales necesarias, cierta preparación académica (es licenciado en Derecho), la edad conveniente y la trayectoria ‘adecuada’ para ser el continuador de Otegi. Lo ha proclamado el actual secretario general de Sortu, Arkaitz Rodríguez, con estas palabras: “David ha sido una de las personas clave de la apertura del nuevo ciclo. Contribuyó de forma determinante a quitar la violencia de ETA de la ecuación vasca de manera definitiva”.
De momento, las cosas no han cambiado en Sortu-Bildu. Dos etarras especialmente crueles —Mikel Antza e Iñaki Etxeberria, conocido con el sobrenombre de ‘Mortadelo’— han sido recibidos con aplausos y festivamente, desmintiendo la promesa de Otegi del pasado 18 de octubre que enfatizó que las bienvenidas públicas no se repetirían. Mañana, día 31, Sare, la organización de apoyo a los presos de ETA, homenajea en Mondragón y Pamplona a los sanguinarios terroristas Henry Parot (39 asesinatos a sus espaldas), Jose Manuel Pagoaga Gallastegui, ‘Peixoto’, y Eugenio Barrutibengoa, ‘Arbe’. A última hora, se han retirado los carteles del homenaje para evitar una eventual prohibición judicial. Y para el próximo día 8 de enero prepara la manifestación anual en favor del colectivo de encarcelados por sus crímenes terroristas.
Existe una corriente en Sortu que se resiste a asumir la derrota de ETA sin que la supuesta mayoría de los militantes que propugnan una versión nueva de la significación del partido ni quiera ni pueda hacerles frente. David Pla es, por eso, un hombre de compromiso y de síntesis de los dos bloques. En todo caso, el movimiento de ficha es tan audaz como los embustes de Otegi y la inmoralidad en que se fundamenta su organización.
Al PSOE corresponde, muy especialmente, tanto en Madrid como en Euskadi, valorar este cambio cosmético que se inicia en Sortu a partir de este enero y calibrar las consecuencias de su persistencia en el enaltecimiento de ETA. A fin de cuentas, el PSOE cierra acuerdos parlamentarios con cinco diputados de EH Bildu en el Congreso. El mayor logro de esa coalición en la que manda Sortu ha consistido en recibir del Gobierno socialista, con la ayuda inestimable de Pablo Iglesias y de Podemos, una respetabilidad política que jamás pudo soñar, hasta el punto de situarla en posición parigual al PNV.
Conviene que esta operación de recambio en el ‘abertzalismo’ radical se conozca con detalle, porque sus movimientos internos buscan la opacidad y la bruma mediática. El nuevo hombre fuerte de ese conglomerado un tanto siniestro que recoge el legado etarra va a ser en cuestión de semanas David Pla, que jugará la baza de haber sido el portavoz del anuncio del fin de las acciones terroristas de ETA. O sea, el portavoz de su derrota ‘militar’. Él tomará —en su momento— el relevo del guipuzcoano Otegi para seguir intentando que la derrota etarra no sea también política. De momento, lo están consiguiendo.