Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Cuando tuvimos cifras de la evolución de la pandemia comprobamos que nuestros datos de contagiados y de fallecimientos estaban entre los peores del mundo, medidos por volumen de población. Ahora que vemos ya con bastante, aunque no definitiva, precisión el tamaño del daño económico comprobamos la profundidad del mismo, en términos absolutos, y la dureza de la evolución en términos comparativos. Todos los países del entorno están mal, pero no todos están igual de mal que nosotros. La caída del PIB en España ha sido del 18,5% en el segundo trimestre, formado por los meses más duros del confinamiento. Pero Alemania, país industrial, ha caído el 10,1%, Francia el 13,8%, e Italia, un país donde el turismo es también importantísimo, el 12,4%. ¿Pesa alguna maldición sobre nuestras cabezas? No. ¿Lo ha hecho tan mal el Gobierno? Las recetas aplicadas han sido similares, su aplicación diferente.
Ha tomado medidas más tímidas en cuanto a financiación y las ha ejecutado con exceso de parsimonia, y ha sido timorato a la hora de aplazar impuestos. Pero, lo peor de todo, es esa constante emisión de mensajes contradictorios en aspectos tan relevantes para la recuperación económica como es el mercado laboral y la regulación fiscal. Las cosas están mal, pero estas indefiniciones y la presencia en el Gobierno de personas con ideas extemporáneas e intenciones caóticas -obviamente me refiero a Podemos, pero no solo-, no ayudan nada a los procesos de inversión, internos y en especial a los extranjeros, que nos son tan necesarios.
Pero los ministros y los diputados que sostienen al Gobierno aplauden. Nadie sabe cuál es la razón de tan sorprendente comportamiento. ¿Aplauden al millón largo de parados del trimestre? ¿Aplauden al millón de inactivos que no entran en las estadísticas? ¿Aplauden a los varios millones de personas que permanecen en los ERTE? ¿Aplauden la caída terrible e histórica del PIB? ¿Aplauden las noticias de ajustes laborales en Alcoa, en Airbus, en ITP, en Aernnova, en Gamesa, en Tubacex….? ¿Dónde encuentran motivos para tan indecente comportamiento?
Pedro Sánchez ya no aplaude. Ahora aprieta los puños y habla de recuperación. Correcto, pero ¿dónde están las recetas de esa enorme, pero invisible, cantidad de economistas que le apoyaban? ¿Qué va a quedar de provecho del flamante plan de recuperación aprobado por el Congreso? ¿Por qué sigue llegando a acuerdos con los sindicatos en ausencia de los empresarios? Si no quiere escuchar a quienes deben sacarnos de esta, sencillamente, no saldremos.