IGNACIO CAMACHO – ABC – 07/09/16
· El futuro presidencial de Rajoy está asociado al de Feijóo, tantas veces señalado como su probable sucesor.
Ojo a Galicia. La tensión nacionalista y el escenario del posterrorismo otorgan a las elecciones vascas un plus de atención en el debate nacional de las próximas semanas, pero tal vez sea en la patria chica de Rajoy donde se decida parte del futuro de España. Al menos el del marianismo, cuya aspiración presidencial depende en gran medida de la suerte de Alberto Núñez Feijóo, un candidato cansado de la política y de su propia condición de eterno sucesor in pectore, que ha afrontado la reelección casi a rastras, como una especie de forzado acto de servicio a la causa.
En el tablero gallego se va a medir la correlación de fuerzas que pueden acabar decantando la investidura del presidente del Gobierno. Una nueva mayoría absoluta del PP dejaría a Pedro Sánchez desarbolado ante su propio partido. El PSG comparece en la carrera electoral en medio de una feroz división interna cuya responsabilidad pertenece por entero a la gestión del secretario general, al que los críticos no perdonarán un fracaso. El auge de las mareas radicales compromete también la posición de los socialistas al frente de la izquierda. Atacado por dos flancos ante las urnas, Sánchez sabe que el verdadero peligro está en su retaguardia. La precaria estabilidad de su liderazgo interno resistirá mal un descalabro.
Pero un leve resbalón de Feijóo, acaso por unos miles o unos cientos de votos, provocaría a escala nacional un corrimiento de tierras. La segura alianza de perdedores en un gabinete regional multipartito –PSG, Mareas, BNG– replantearía la posibilidad de un correlato nacional: el célebre «Gobierno Frankenstein» con el que Sánchez no deja de soñar. Oxígeno para su supervivencia: una revitalización inesperada del frentismo de izquierdas. Con un mes por delante para negociar antes de la convocatoria de nuevas generales, el líder del PSOE y Pablo Iglesias se sentirían en condiciones de darle un vuelco al bloqueo. Si esa vía se abre, nadie debe albergar dudas de que como poco ambos dirigentes se sentarán juntos a explorarla.
Por eso el reto del Partido Popular alcanza dimensiones críticas. Tendrá que afrontarlo en solitario porque el impacto de Ciudadanos en Galicia carece de arraigo para apuntalarle la mayoría. Rivera le ha comprometido su apoyo poselectoral para combatir la idea de que los votos de C’s se pueden ir por el desaguadero provincial de la ley D´Hondt, que es la realidad más verosímil. Pero el PP sólo puede confiar en sí mismo. Y no es Feijóo, sino Rajoy, el que ventila sus opciones en un margen mínimo.
El presidente del Gobierno se va a volcar en estas auténticas terceras elecciones. A cara o cruz; un traspié le puede disipar la investidura, pero un éxito dejaría al sanchismo acorralado bajo una presión extra. Acaso sin saberlo, los gallegos van a asistir a la campaña de un ticket electoral oficioso: marianismo y posmarianismo juntos en la misma empresa.
IGNACIO CAMACHO – ABC – 07/09/16