MANUEL MARÍN, ABC 02/01/14
· La preocupación del Gobierno en general, y del Ministerio del Interior en particular, con la subordinación del PNV a los intereses de Sortu es máxima. La exhibición de esos partidos anteayer en una rueda de prensa conjunta para anunciar una estrategia compartida y desafiar la prohibición judicial de una manifestación alentada por los proetarras de Herrira ha desconcertado a La Moncloa.
Hasta ahora había un pacto tácito de no agresión entre Urkullu y Rajoy. Ambos parecían contentarse con los juegos florales propios de los rifirrafes y la rutina política: la conveniencia o no de tener «gestos» con los presos etarras, el fin de las medidas de dispersión, dar «pasos para afianzar la paz»… Y todo, en un tono de media intensidad y calculada retórica.
Sin embargo, la erradicación de la doctrina Parot, la excarcelación de 63 terroristas y el reciente comunicado de los presos de ETA simulando asumir «el daño causado» como excusa buenista y alegato para ingenuos ha hecho tambalearse el tablero de juego. Se trata de factores que han supuesto un triunfo «político» sobrevenido para Sortu, Bildu y Amaiur. Un golpe de éxito. Un soplo de euforia que no ocultan ni disimulan. Un revulsivo en toda regla para olvidadizos y «posibilistas» en previsión de una inminente reedición del Pacto de Estella. Al entregarse de lleno al tacticismo de Sortu, el Gobierno vasco y el PNV han traspasado una frontera que Moncloa no creía factible.
El motivo: dirigentes del PNV hacen sus cálculos. Bajo el argumentario de que la prohibición de una manifestación tradicional y pacífica –incluso cuando ETA mataba– responde a la «represión» del sistema con los presos, se esconde un temor bastante menos prosaico. Cuando las barbas de tuve cino veas pelar… Desde el País Vasco, el PNV observa en tensión cómo en Cataluña el desafío sobreactuado de CiU pierde votos a chorros frente al auge de la marca auténtica del independentismo, ERC. Con Sortu legalizada, Bildu en los Ayuntamientos y Amaiur en las Cortes Generales, el PNV lucha contra tres cabezas de la misma hidra.
Crece el miedo a que la moderación, el pragmatismo y la capacidad de reflexión que falsamente se atribuyen a Urkullu terminen por abonar el jardín de las urnas proetarras. Ayer, bajo los gritos de «¡Amnistía!», el PNV ejerció como el tonto útil de Sortu y la simple comparsa de ETA. Urkullu debería pedir consejo a Ibarretxe sobre los efectos perversos de sellar pactos con ETA.
MANUEL MARÍN, ABC 02/01/14