JOSÉ LUIS DE LA GRANJA SAINZ-EL CORREO

  • La Guerra Civil fue el último efecto de los desastres en Marruecos hace un siglo. El ejército de África, mandado por Franco, se sublevó contra la República

Hace unos días se cumplió el centenario del llamado desastre de Annual. En realidad, se trató de una sucesión de desastres militares en la zona oriental del Protectorado español en el norte de Marruecos, desde el 22 de julio (Annual) hasta el 9 de agosto (Monte Arruit) de 1921. En ellos perecieron más de 10.000 soldados y oficiales del ejército español a manos de los rifeños de Abd el-Krim, que llegaron a atacar Melilla.

Aunque el principal culpable fue el general Fernández Silvestre, que murió en Annual, también fue responsable el alto comisario de España en Marruecos, el general Berenguer, según el Expediente instruido por el general Picasso. Pero la responsabilidad política podía alcanzar al rey Alfonso XIII, quien ostentaba «el mando supremo del ejército» según la Constitución de 1876 y había alentado a Fernández Silvestre a acabar rápidamente con la rebelión de las cabilas (tribus) del Rif. Para evitar que las Cortes depurasen las responsabilidades se produjo el golpe de Estado del capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, que vino a salvar la monarquía a costa de liquidar el régimen liberal de la Restauración, sustituido por la dictadura en septiembre de 1923.

Dámaso Berenguer fue condenado por un tribunal militar a la pena de separación del servicio y pase a la reserva en 1924, pero enseguida fue amnistiado. En 1930, al caer la dictadura de Primo de Rivera, el rey le nombró jefe del Gobierno con idea de volver al sistema constitucional como si no hubiese pasado nada desde 1923; pero fracasó en el intento. Fue ‘El error Berenguer’, título del célebre artículo de José Ortega y Gasset en el diario ‘El Sol’ (15-11-1930), que concluía con estas palabras demoledoras para Alfonso XIII: «¡Españoles, vuestro Estado no existe! ¡Reconstruidlo! Delenda est Monarchia» (La monarquía ha de ser destruida). Apenas cinco meses después, el 14 de abril de 1931, fue reemplazada por la II República.

Por los mismos días del desastre de Annual, en julio de 1921, tuvo lugar un importante cisma en el nacionalismo vasco, representado por la Comunión Nacionalista (nombre del PNV desde 1916), que había desarrollado una política moderada y autonomista. Su fracaso llevó a la disidencia de numerosas Juventudes Vascas, sobre todo en Bizkaia, que fueron expulsadas por la dirección de la Comunión, junto con Elías Gallastegui, el líder carismático de la Juventud Vasca de Bilbao. Este sector radical fundó otro partido, denominado de nuevo Partido Nacionalista Vasco, conocido como Aberri por la cabecera de su semanario bilbaíno.

Aberri llevó a cabo una intensa campaña de agitación y propaganda contra la guerra de España en Marruecos por la muerte en ella de muchos jóvenes vascos. Gallastegui llegó a soñar con incorporar la República del Rif, creada por Abd el-Krim, a la Triple Alianza de los nacionalistas radicales de Cataluña, Euskadi y Galicia, sellada en Barcelona el 11 de septiembre de 1923; pero esta alianza murió dos días después por el golpe de Primo de Rivera, dado en la Ciudad Condal.

Su dictadura, que puso fin a la cruenta guerra de Marruecos al derrotar con ayuda de Francia a Abd el-Krim, persiguió a los nacionalistas radicales, a los anarquistas y a los comunistas. 1921 fue también el año del nacimiento del PCE, fruto de la escisión del ala izquierdista del PSOE y de las Juventudes Socialistas, que se adhirió a la Tercera Internacional, creada por Lenin en Moscú tras el triunfo de los bolcheviques en la Revolución rusa. Uno de los escasos focos iniciales del PCE radicó en la zona minera vizcaína, que le proporcionó varios dirigentes, descollando Dolores Ibárruri (Pasionaria). Los comunistas declararon una huelga general en Bizkaia en protesta por la guerra.

Si hubo un personaje histórico que tuvo relación con los tres hechos mencionados de 1921 fue el líder socialista bilbaíno Indalecio Prieto. ‘Don Inda’ era entonces la bestia negra del nacionalismo vasco, al que vencía desde 1918 en el distrito electoral de Bilbao. Se opuso a que el PSOE diese el paso al comunismo y continuó liderando el socialismo vasco, que fue sinónimo de ‘prietismo’. Como periodista viajó a Marruecos y publicó crónicas en ‘El Liberal’ sobre los trágicos sucesos acaecidos allí, y como diputado exigió en el Congreso responsabilidades a Alfonso XIII por las derrotas militares del verano de 1921. Por su socialismo democrático se negó a colaborar con la dictadura. A su término, en la ‘dictablanda’ de Berenguer, Prieto fue el político que más contribuyó a la caída de la monarquía y a la instauración de la República, al convertir las elecciones municipales de abril de 1931 en un plebiscito: «Con el rey o contra el rey», monarquía o república.

Cabe resaltar la trascendencia de los desastres de 1921 en la historia de España del siglo XX. Fueron la causa principal de la dictadura de Primo de Rivera y del desprestigio del rey. Además, su última consecuencia fue la Guerra Civil. No en vano la contienda de Marruecos encumbró a un sector del ejército, los llamados ‘africanistas’, encabezados por el general Franco. Ellos se sublevaron contra la República en julio de 1936. Su golpe fracasó, pero provocó la Guerra Civil, en la que fue clave el ejército de África, mandado por Franco. A este y a los sublevados se enfrentó con todas sus fuerzas Prieto, quien como ministro tuvo de aliados a sus antiguos enemigos: el PCE y el PNV.