- Si les gustan las pelis de abogados, este es su juicio. Porque hay que ver cómo se está poniendo
En medio del barrizal diario de noticias quizá se les haya pasado que se está juzgando a la ex presidenta del parlamento catalán y presidenta de Junts per Catalunya, Laura Borrás. Esta mujer, que mira a España y a los españoles con cólera olímpica desde sus metro ochenta de estatura, está acusada presuntamente por delitos de corrupción, prevaricación y malversación de fondos durante su etapa como directora de la institución de las letras catalanas.
Siempre ha dicho que la acusación era falsa, que era una persecución por parte de España que le tiene manía por ser indepe, y que no dimitía de presidenta del parlamento. En total, que la apartaron a un lado del cargo con el pretexto de que entraba una de Esquerra gritando “¡Cuidao, que mancho!” y ahora está más sola que la una.
Lo jugoso es como se está desarrollado la vista. Resulta que uno de los acusados, el informático de lo de las letras catalanas, don Isaías Herrero, ha dicho ante las preguntas del ministerio fiscal que Borrás lo sabía todo, que le daba instrucciones, que le decía como hacer los presupuestos –tres por cada contrato, dos para ser rechazados y uno para aceptar, “presupuestos comparsa»· los ha definido el caballero– , que le daba los nombres que había que poner y que, en fin, era ella y solo ella la que mangoneaba en esas adjudicaciones presuntamente torticeras y prevaricadoras.
Cabe decir que tanto Isaías como otro acusado por el tema, don Andreu Pujol, los declarantes hasta la fecha, han pactado con fiscalía por aquello de que por muy moderno que sea, el hotel rejas sigue siendo el hotel rejas
Ante tamaña confesión, la defensa de la Woman in Yellow ha entrado en un ataque de furia que ríase usted de un autónomo sin trabajo mirando la nómina de Irene Montero, y se ha lanzado a la yugular de don Isaías. Porque lo que quedaba claro según se desprende de la deposición del informático es que doña Laura Borrás es culpable del fraccionamiento de contratos. Cabe decir que tanto Isaías como otro acusado por el tema, don Andreu Pujol, los declarantes hasta la fecha, han pactado con fiscalía por aquello de que por muy moderno que sea, el hotel rejas sigue siendo el hotel rejas. De ahí que la defensa de Borrás haya estado dando la matraca con que eso vulneraba los derechos de su patrocinada, específicamente el derecho de defensa, llegado a redactar una interlocutoria de diecisiete páginas que su señoría, la juez Barrientos, ha desestimado.
Con el patio tan mojado no era de extrañar, como decíamos, que la abogada defensora, doña Isabel Elbal, se lanzase como un Stuka en picado y sin frenos sobre don Isaías. Ha increpado a la magistrada manifestando su más enérgica protesta – ¿hay protestas débiles? – por haber, según ella, “limitado gravemente el derecho a la defensa”, le ha preguntado a don Isaías acerca de las sustancias que consumía durante el período del 2013 y el 2017, para decirlas ella en plan no lo cuentes tú que ya lo cuento yo: cocaína, anfetaminas, alcohol, éxtasis, LSD añadiendo que en el 2017 pasó a tomar heroína intravenosa. “¿O no tomaba usted metadona? ¿No consumía, a la vez que tomaba metadona, estas otras sustancias? ¿No engañó usted al organismo público que le suministraba la metadona?”. Le ha faltado añadir lo de si apretó el código rojo. En fin, como que lo que se ventila en sala no son las adicciones del señor Isaías, la magistrada ha terminado por retirarle la palabra a la letrada, que se lo ha tomado por el Antiguo Testamento.
Ay, Señoría, ¿cómo le pide usted a esta gente que dé cuentas acerca de sus presuntos delitos, acostumbrados como están a hablar solo ellos, acogotar a quien no les da la razón y creerse por encima de la ley?
El criterio de la jueza estaba claro: nada de lo que decía la defensa de Borrás tenía que ver con el caso ni con su defendida. La intención era embarrar una declaración importantísima por parte de un testigo clave. Pura cortina de humo. Ay, Señoría, ¿cómo le pide usted a esta gente que dé cuentas acerca de sus presuntos delitos, acostumbrados como están a hablar solo ellos, acogotar a quien no les da la razón y creerse por encima de la ley?
Dicho lo cual, me reitero en lo que siempre digo: menos mal que tenemos jueces en España. Si no fuera por ellos, estaríamos bastante peor. Que tampoco es que sea muy difícil, vamos.