VICTORIA PREGO, EL MUNDO – 26/09/14
· Parece que por fin vamos a asistir al comienzo del último acto de esta comedia de enredo en que se ha convertido la escenificación del intento de Artur Mas y los suyos de convocar un referéndum de autodeterminación en esa parte de España que es Cataluña. A estas alturas, están de más las frases enigmáticas con las que el presidente de la Generalitat se está aficionando a acompañarse como si quisiera envolver su suicidio en un aura heroica.
La última ocurrencia es, quizá, la más patética porque se compara con el pastor David, quien logra derribar al gigante Goliat recurriendo a su astucia y apoyándose en su habilidad. Ya puede el señor Mas adornarse con todas las virtudes que le permitan la generosidad o la ignorancia de sus seguidores, que el final de la historia que se ha empecinado en reescribir está cerrado desde el principio, antes siquiera de que él hubiera tomado este camino que le conduce al barranco.
En su caso, David pierde la partida. Seguro. Su desafío fracasa porque no ha retado a un gigante, sino a un Estado democrático que se rige por el cumplimiento de la ley como cualquier Estado de Derecho y porque la habilidad de la que se jacta no le sirve para nada si no está previamente sometida a esa ley.
Es probable que el tiempo que medie entre la aprobación y publicación del decreto de referéndum –al que han llamado consulta con la ingenua pretensión de disfrazarlo de inocente y democrático sondeo de opinión– y la admisión por el Constitucional del recurso del Gobierno sea de unos días, que serán aprovechados por los independentistas para desplegar toda su parafernalia. Bien, pero es un esfuerzo inútil. Sólo conseguirán aumentar el grado de frustración de la población que les apoya cuando todo ese despliegue acabe convertido en nada. Y ése es su destino inexorable. Por eso, todos los gestos que hagan destinados a mantener la ficción de algo que no va a suceder tienen cierto aire tragicómico, como de final de una ópera mala.
El Gobierno ya no debe dedicarse más a seguir las evoluciones en pista que está ofreciendo el señor Mas. Sólo tiene que soportar la molestia de convocar un Consejo extraordinario porque el presidente de la Generalitat ha decidido que todo se ponga en marcha a partir del sábado. Pero eso es todo. A partir de ahí se activarán las medidas previstas en la legislación y será él quien tendrá que tener preparada su escapada. Pero si en algún momento ha abrigado la tentación de sorprender al Estado con un regate de última hora, sea el que sea, que abandone ya cualquier esperanza. Ni trayendo al mismísimo Papa dentro de ese grupo de observadores internacionales con los que pretende legitimar su acto ilegal conseguiría doblar el brazo a ese Estado que, precisamente porque no trafica con sus leyes, se respeta a sí mismo. Eso es lo que le hace fuerte.
VICTORIA PREGO, EL MUNDO – 26/09/14