EL CORREO 12/11/14
ALBERTO AYALA
· Con su decisión de hacerse a un lado, Barcina mueve la única ficha a su alcance para evitar un gobierno abertzale en Navarra
Navarra cambiará de ciclo, sí o sí, tras las elecciones forales de mayo de 2015. Será el final de la era Barcina. De eso ya no existe la más mínima duda tras el anuncio sorpresa hecho público la tarde del lunes por la actual presidenta de la comunidad vecina de que no se presentará a la reelección, contrariamente a lo que ella misma lanzó el 29 de agosto en un acto de su partido en Cadreita.
Lo que no se desvelará hasta la misma noche electoral es si esos comicios y los imprescindibles pactos posteriores marcarán otro final de ciclo. El de una comunidad que desde la recuperación de las libertades democráticas siempre ha estado gobernada por partidos de ámbito estatal (la extinta UCD, el PSOE y UPN) y que, por tanto, ha sido territorio vetado para el nacionalismo vasco. Con una salvedad: los once meses que el tripartito del socialista Javier Otano, entre 1995 y 1996, tuvo un consejero de EA, Iñaki Cabasés, hoy en las filas de la coalición Geroa Bai de Uxue Barkos.
Cuales han sido las verdaderas razones que han impulsado a un ‘animal político’ como Barcina a desdecirse de la palabra dada es una incógnita. También, lógicamente, el peso que ha tenido cada una de ellas en el adiós. Un portazo inesperado, express, que llega sólo setenta y tres días después de que ella misma se ofreciera a los suyos para repetir como cartel electoral de UPN.
Claves
Y es que el 29 de agosto la política de origen burgalés, criada en Portugalete, era tan consciente como hoy del desgaste electoral que afecta a los partidos tradicionales, incluido el suyo, y de los vientos de cambio que han llevado, por ejemplo, a los socialistas a cambiar de líder en España (Pedro Sánchez) y en Navarra (María Chivite). Entonces como ahora, Barcina sabe de la extrema dureza de gobernar una legislatura en minoría y que la situación puede ser aún peor el próximo cuatrienio, en el supuesto, claro, de que hubiera logrado repetir en el sillón foral.
La líder regionalista es igualmente conocedora de que, desde que expulsó de su Gobierno a los socialistas, la reedición de los pactos UPNPSN es imposible. No al menos con ella al frente del partido. Como sabe desde el último congreso que su ‘padrino’ y predecesor tanto en UPN como en el Palacio foral –quien le captó para la política mientras daban cuenta de un plato de pochas en Sesma–, Miguel Sanz, no sólo lidera el sector crítico a Barcina. La quiere fuera para intentar recomponer los lazos con los socialistas.
Además, la presidenta es una persona que pisa la calle y es por ello consciente de que, desde el escándalo de las dietas de la CAN y la desaparición de la caja de los navarros, absorbida a precio de saldo por La Caixa, nada ha vuelto a ser igual en la comunidad foral. No sólo en lo político; tampoco en lo anímico o en lo convivencial. Y eso quiere decir que ella, hoy, posiblemente resta más que suma. Su relación sentimental con Manuel Pizarro tampoco es cosa de ahora; arrancó hace más de un año.
‘Navarrómetro’
De agosto hasta ahora sólo hay constancia de un elemento novedoso. Pequeño por sí mismo, pero que unido a todos o algunos de los factores anteriores puede resultar trascendente. Estos días se realiza el trabajo de campo para el ‘Navarrómetro’, la encuesta electoral que cada cierto tiempo saca a concurso el Gobierno foral. El sondeo se entregará el 21, el mismo día que termina el plazo para que los aspirantes a convertirse en el póster electoral de UPN y en octavo presidente de Navarra desde el final de la dictadura franquista den el paso adelante.
Sean cuales sean la o las causas del paso atrás, lo cierto es que con su decisión de hacerse a un lado Barcina ha movido la última ficha a su alcance, y al del constitucionalismo, para intentar evitar que el nacionalismo gobierne Navarra, algo determinante en su proyecto de construcción nacional. Los escasos sondeos de intención de voto que han trascendido en los últimos meses dejan abierta esa posibilidad.
Cabe suponer que un rostro sin un pasado ‘contaminado’ como el de la presidenta foral puede tener algo más fácil captar votos que no irían a Barcina. Además de que el PSN podría replantearse su decisión de no repetir alianza con UPN, una vez más por razón de Estado, y siempre que los números dieran para ello. Algo que no está nada claro, y menos desde la irrupción de Podemos.
¿El relevo? Si dependiera del deseo personal de Barcina y sólo de eso, el elegido sería a buen seguro quien es su ‘mano derecha’ desde su etapa como alcaldesa de Pamplona, el actual vicepresidente del Gobierno foral, Juan Luis Sánchez de Muniáin. Si de lo que se trata es de ofrecer al electorado un rostro con más tirón y no envuelto en escándalos para captar más votos, además de ser una persona bien vista por el PSN, todo apunta a José Javier Esparza, exalcalde de Aoiz y actual consejero de Administración Local. Las apuestas le colocan como el gran favorito en la carrera.