José Antonio Zarzalejos, EL CONFIDENCIAL, 12/10/11
Ni los más conspicuos analistas de la izquierda política española pueden dejar de subrayar la deriva autocrática de Zapatero. Como ayer escribía uno de ellos en el diario El País, el presidente ni debió quedarse sentado el 12 de octubre de 2003 durante el desfile al paso de la bandera de los Estados Unidos, ni “ponerse ahora de rodillas” ante la petición, satisfecha por supuesto, de USA y la OTAN para que la base de Rota pase a formar parte del escudo antimisiles. Esta decisión es simétrica en su procedimiento y opuesta en su contenido a la que adoptó el presidente del Gobierno cuando en abril de 2004, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, ordenó la retirada de las tropas españolas de Irak que fueron desplazas allí por Aznar para el desarrollo de misiones humanitarias y al amparo de una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Ni entonces ni ahora, Zapatero discutió la decisión en el seno del Gabinete ni mucho menos sometió la cuestión al debate del Congreso. Entonces y ahora, casualmente, el jefe del Ejecutivo despachó ambos asuntos con las Cámaras en fase de inicio de legislatura (2004) o en tiempo de disolución con la mera Diputación Permanente en funciones transitorias (2011). Si la decisión de 2004 fue hostil a USA y a sus aliados (Canadá y Gran Bretaña, entre otros), ahora es extremadamente complaciente con el Pentágono. O sea, es el comportamiento propio de un autócrata, es decir, de un hombre que ha perdido las referencias de la realidad creyéndose, como supone -y lo argumenta muy bien Santiago González en su magnífico libro “Lágrimas socialdemócratas”- un político providencial.
Por el camino, Zapatero y su ministra de Defensa, pacifista (¡¡¡), Carme Chacón ha incrementado los efectivos militares españoles en Afganistán y ha metido a España en la guerra de Libia, ambas iniciativas que desmienten las “ansias infinitas de paz” según las tesis del mejor buenismo proclamado por el socialismo de la Nueva Vía. En su concepción de que las Fuerzas Armadas son más una ONG que otra cosa, creó la UME (Unidad Militar de Emergencias), cuando todos los Ejércitos están a disposición del Ejecutivo para colaborar en catástrofes y eventos de similar factura, sin necesidad de establecer una unidad sólo para subrayar su particular entendimiento de lo que debe ser y cómo debe comportarse la milicia. Así no es extraño que, como ha relatado Ángel Collado en este diario, las Fuerzas Armadas españolas estén tan mal dotadas en todos los aspectos, tanto materiales como personales.
Este pacifismo impostado -González en “Lágrimas socialdemócratas” caracteriza a Zapatero como un hombre sentimentalmente impostado, es decir, simulador de sentimientos- ha sido un ejemplo perfecto de cómo se han puesto -tesis igualmente desarrollada en su libro por el colaborador de El Mundo- las palabras al servicio de la política y no la política al servicio de las palabras. Zapatero y los suyos, en todos los temas, pero especialmente en este de las Fuerzas Armadas, su misión y sus funciones, han utilizado eufemismos, circunloquios y simulaciones. Hacernos creer que nuestros militares en el extranjero están en “misiones de paz” es la más burda manipulación de la realidad. Y en ella han insistido con denuedo.
La izquierda, el PSOE, ha generado en sus vísceras partidarias el peor autócrata de la democracia española. Ha sido veleidoso en sus decisiones como es propio de los autócratas
Zapatero no sólo ha cambiado las políticas sociales por imperiosa necesidad de la crisis económica. También ha cambiado las políticas militares. En el primer caso, las cambió a la fuerza pero sin resistencia por su parte -y sin dignidad ideológica, desde luego-; en el segundo, lo ha hecho personalmente y porque le ha dado la gana, para granjearse un mejor recuerdo en las hemerotecas occidentales. Los abucheos que cada año desde hace varios le reciben en el desfile militar que celebra la Fiesta Nacional del 12 de Octubre, se los ha ganado a pulso, por más que para el de hoy haya requerido de su ministra de Defensa medidas aparentemente juiciosas (y lo serían de no observarse su última intencionalidad) para preservarle de la expresión, legítima (pero que ha de ser oportuna y no irrumpir en la solemnidad de la izada de bandera o en el homenaje a los caídos) de los miles de ciudadanos que le quieren dedicar una merecida cacerolada que, además, debería soportar deportivamente porque le va en el sueldo.
La izquierda, el PSOE, ha generado en sus vísceras partidarias el peor autócrata de la democracia española. Ha sido veleidoso en sus decisiones como es propio de los autócratas; ha gobernado con decenas y decenas de decretos-leyes, como también acostumbran los autócratas; se ha mostrado como el más sedicentemente cercano al pueblo y a sus inquietudes como hacen los populistas autócratas, despreciándolo al no atenerse a los procedimientos políticos representativos; y al final, ha sido el más belicista de todos los presidentes de los gobiernos democráticos -rasgo también de autócrata- al decidir desde sus propias facultades (aspecto jurídicamente discutible) una colaboración de esencial importancia con USA y la OTAN, secundando todas sus iniciativas militares.
Jubilar a este hombre para que no aparezca en más octubres de desfile militar en la Fiesta Nacional, es una medida de higiene democrática. Y para el PSOE, igualmente: ningún otro secretario general socialista usó el ‘dedazo’, estableció la más disfuncional bicefalia y gobernó contra su propio partido. Así que, si el 20-N pasa lo que parece que pasará, se lo tendrán merecido aquellos que debieron pararle y que, en vez de hacerlo, le rieron su “republicanismo” cívico.
PD. Hace algo más de diez años, el Gobierno presidido por José María Aznar suprimió el servicio militar obligatorio. Simplemente, para que conste.
José Antonio Zarzalejos, EL CONFIDENCIAL, 12/10/11