ALEJANDRO GONZÁLEZ RAGA – EL MUNDO – 28/11/16
· El fallecimiento de Fidel Castro no por anunciado deja de sorprender. Sus últimas palabras lo vaticinaban y evidenciaban, además, el error mental que describe la personalidad del dictador: «Pronto seré ya como todos los demás». ¿Cómo había sido hasta ese momento?
En el Observatorio Cubano de Derechos Humanos confiamos en que la muerte de Fidel Castro sea un punto de inflexión en la vida política de Cuba y en la vida del pueblo cubano, que lleva más de medio siglo bajo la represión y la falta de libertades. Fidel Castro ha sido el responsable directo o indirecto no sólo de la muerte, el encarcelamiento y la opresión de muchos, sino que también ha sido el artífice de un régimen que ha empobrecido social y económicamente a un país, ha dividido a la familia cubana y se ha empeñado en destruir los mejores valores del ser humano. Ése es su principal legado.
El régimen cubano, y en especial el actual presidente, tiene una oportunidad más de demostrar su distanciamiento de ese pasado, de la obcecación poco práctica del líder histórico (fruto más del puro narcisismo que de la convicción en una ideología marchita), y de afirmar las reformas que el país necesita, al menos las económicas. Raúl Castro anunció que dejará el poder en 2018; veremos cómo arregla el traspaso y si cederá parte de su reinado a otros (así, a la muerte de Fidel Castro podría seguirle el debilitamiento de la dinastía); veremos si consigue librarse de la sombra de su hermano mayor (la cremación anunciada es toda una señal), aunque sin duda sus primeros pasos serán los de acallar, con su sórdida y bien ejecutada represión, a quienes en Cuba intenten alguna manifestación diferente del luto oficial.
Es también una oportunidad para la disidencia cubana, para los grupos de la oposición en Cuba y la sociedad civil independiente, quienes, con la debida contención, comparten probablemente su regodeo por la muerte de quien conculcó sus libertades, quien los forzó al exilio, quien los encarceló por expresar sus ideas, quien los convirtió en «grupúsculos», en «gusanos», en enemigos de sus vecinos y familiares. La disidencia en Cuba tiene una oportunidad más para unirse, para expresar con mayor contundencia las ideas comunes de libertad y progreso que desean para el pueblo cubano, para exigir una verdadera transición hacia la democracia en Cuba y para estar atentos y ser la voz crítica de las expectativas y esperanzas del pueblo, que el régimen ha traicionado, una y otra vez, a largo de más de medio siglo de la revolución inaugurada por Fidel Castro.
Y es sin duda una oportunidad para el pueblo cubano. Para seguir defendiendo y ampliando los pocos espacios de libertad y expresión que ha conseguido arrebatar al régimen totalitario. Buena parte del pueblo de Cuba que ha tenido que salir de su patria, por diferentes motivos, celebra visiblemente la muerte de un dictador que simboliza las causas o razones de este destierro.
En el interior, estas expresiones están apagadas por un sentido común que aconseja la prudencia en momentos como éste; probablemente las expresiones de tristeza, forzadas o sinceras, serán las más recurrentes. Pero, necesariamente, se compartirá el sentimiento de que estamos en el umbral de una nueva etapa.
Todos los cubanos saben que el proyecto que afianzó Fidel Castro está muerto hace tiempo –y no sólo por sus evidentes frutos–, pero se apuntalaba en la represión y en la convicción, para algunos, de la existencia de un símbolo, representado en un hombre enfermo mimado por los mandatarios que visitaban la isla. Sin embargo, ya ha muerto Fidel Castro, dejando, como dijimos, un legado lamentable. El mito no superará demasiado al hombre y, sin sorpresa posible, la Historia no lo absolverá.
El Observatorio Cubano de Derechos Humanos invita a mirar con esperanza el futuro de Cuba, que debe ser, que será, el fruto de nuestras propias manos, de la responsabilidad de ciudadanos respetuosos de los Derechos Humanos y comprometidos con los valores de la libertad.
Alejandro González Raga es periodista cubano (encarcelado en 2003 y liberado en 2008). Dirige el Observatorio Cubano de los Derechos Humanos.