- Mouliaá sabía que la denuncia contra Errejón no estaba, en fin, muy justificada. Pero ¿quién le lleva la contraria al Universo woke?
Al conocimiento se llega a veces por canales inesperados, y en 1954 la Hermandad de los Siete Rayos disponía de al menos tres.
Uno de ellos, una de las adeptas de la secta, que entraba periódicamente en trance y permitía que un espíritu hablara con tono lúgubre por su boca.
Otra de las fieles recibía mensajes de un avatar de Jesucristo que ella transcribía mediante escritura automática.
Por último, la secta disponía de un médium con capacidad para contactar con una civilización extraterrestre.
Gracias a este flujo combinado de información confidencial, la secta se enteró de que el mundo sería destruido el 21 de diciembre de ese mismo año. Pero justo antes una flotilla de platillos volantes descendería para rescatarlos como premio a su fe y dedicación.
Esta predicción de una fecha concreta permitió al psicólogo Leon Festinger infiltrar a unos cuantos colaboradores en la Hermandad.
Si, como sospechaba, la profecía fracasaba, podría analizar las reacciones de los frustrados adeptos. Y si la información era correcta, y las naves descendían, al menos los colaboradores llevarían las obras de Festinger por toda la galaxia.
Win-win.
El día que denuncié a Errejón, el universo me habló. No con palabras, sino con una señal tan sutil como imposible de ignorar.
Dos motos. Dos matriculas..
CON EL MISMO NÚMERO: 8278.No entendí nada, pero lo sentí todo.
Horas después, miré el significado.
8278 suma 7.Ese día,… pic.twitter.com/osIEI3IIUi
— Elisa Mouliaá (@ElisaMouliaa) July 20, 2025
El 25 de octubre de 2024, el universo le dijo a Elisa Mouliaá que denunciara a Iñigo Errejón.
¿Se abrió el cielo y se escuchó una voz que decía «denuncia a ese zascandil rijoso»? Pues no, porque el Universo tiene formas más misteriosas de comunicarse y en este caso escogió las matrículas de dos motos.
Cuenta Mouliaá que el 25/10/2024 se encontró dos motocicletas con el mismo número de matrícula. Tenían distintas letras, claro, porque si no, habría sido la misma moto en distintos momentos. O una de ellas aparcada junto a la que acababa de robar la matrícula.
Aunque esto, tan raro, si se piensa bien, también podría ser un mensaje del Universo.
Pero es que —continúa Mouliaá—, además, si se suman los números de la matrícula hasta que sólo queda un dígito, sale siete. Y si se suman los de la fecha 25/10/2024 ¡también sale 7!
Si hubiera salido cinco, el Universo habría mostrado, además de voluntad de inmiscuirse inopinadamente en una relación entre personas adultas, afición a la rima, pero salió siete.
¿Y un siete equivale a «denuncia a ese chisgarabís lujurioso»? Mouliaá aporta una explicación adicional, pero es excesivamente abstrusa y sólo asequible a iniciados.
Mouliaá sabía que la denuncia no estaba, en fin, muy justificada. Pero ¿quién le lleva la contraria al Universo?
Recordemos que ella había acudido muy ilusionada a una fiesta con el político lenguaraz. Pero él, en lugar de mantenerse en un plano estrictamente intelectual, descendió al carnal y le metió mano.
Ella, sin desanimarse, lo acompañó a su casa, y allí él volvió a meterle mano. «Solo sí, es sí, guapo», le espetó ella, y esto parece que tuvo el efecto del bromuro.
Hace una semana se conocieron unos audios en los que Mouliaá pedía a una amiga, que también estuvo en la dichosa fiesta, que no contradijera su versión según la cual Errejón la había agredido sexualmente.
«Si luego vas y dices que yo estaba súper happy me jodes viva», le dijo Mouliaá. «¡Que tengo una hija y soy mamá soltera!», añadió.
«Estás a punto de poner a un tipo en la cárcel por algo que no ha hecho en ese momento», contestó la amiga.
«Yo no lo denuncio porque crea que sea un delito, tía» dice Mouliaá en los audios, sino «porque puse la tele y vi que había demasiadas denuncias contra él». «Estamos hartas de soportar babosos, pero aquí hubo abuso de poder».
Así pues, lo de Mouliaá es el último episodio del movimiento #MeToo, que explotó hace ocho años y se llevó por delante al productor Harvey Weinstein y a un montón de gente que pasaba por ahí.
En su momento, las que aceptaron las propuestas de Weinstein pensaban que habían participado en una transacción inconfesable, de papeles cinematográficos a cambio de sexo, de las que las víctimas habían sido las que no habían querido participar en una transacción similar y se habían quedado sin papel.
Pero en ese momento también habló el Universo woke y les explicó que Weinstein sí, pero ellas no habían sido culpables, sino víctimas del patriarcado. ¿Y quién va a llevarle la contraria al Universo woke?
En fin, ahora Mouliaá parece poner punto final a una época lunática en la que tipos como Errejón cimentaron su carrera política sobre conceptos ridículos como «hermana, yo sí te creo».
Ahora ya no la cree y le pide 10.000 € como indemnización. Qué cosas.