Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 14/3/12
Imaginen que a los expertos en explosivos de la Policía y la Guardia Civil se les olvidó examinar el vagón del 11-M que está depositado en Villaverde. Se han dicho tantas cosas de los investigadores que este despiste no sería lo peor. Además imaginen que el vagón estuviera lleno de artefactos formados con explosivo Titadyn 50 y Titadyn 30, con reforzador de dinamita Titasplit D, algunos con detonadores eléctricos Davey Det y otros con detonadores pirotécnicos marca Nonel, la gama de productos robada por ETA en la localidad francesa de Plévin el 28 de septiembre de 1999.Y, además, en lugar bien visible, junto a todo ese explosivo, imaginen que hubiera una tarjeta de visita de Josu Ternera.
Pues si el vagón de Villaverde tuviera todo eso, igual que si tuviera cualquier otra cosa, no serviría para nada. No habría ninguna investigación judicial válida que pudiera hacerse porque hace mucho tiempo que quedó rota la cadena de custodia, la que garantiza la conservación de las pruebas para que estas puedan tener valor legal. No hay margen, por tanto, para abrir ninguna investigación sobre el dichoso vagón. Además, tampoco es necesaria, porque esa unidad, como las otras que fueron escenario de los atentados del 11-M del 2004, fue en su día investigada por los expertos en explosivos de la Policía y de la Guardia Civil y sus conclusiones, presentadas ante los jueces.
Las especulaciones sobre los explosivos utilizados tienden, en último término, a poner en cuestión la responsabilidad de terroristas yihadistas y a involucrar a ETA como sea en los atentados, pero la sentencia de la causa del 11-M ya dejó clara en su momento la inexistencia de prueba alguna que avalara la presencia etarra, apoyándose en los informes y análisis elaborados por todos los cuerpos policiales y por Instituciones Penitenciarias.
Todavía hoy se sigue reprochando a la sentencia el no haber aclarado lo que se llama la «autoría intelectual» del atentado. Hubo tres acusados, Yusef Belhadj, Hasan el Haski, Abu Hamza, y Rabei Osman el Sayed, El Egipcio, pero fueron absueltos de esa imputación por falta de pruebas, aunque quedara acreditada su implicación en los movimientos yihadistas internacionales. Lamentablemente, en los procedimientos por terrorismo, a menudo, son muchas las cosas que no se consiguen descubrir por mucho empeño que pongan jueces y policías. No hay más que ver la denuncia reciente de la existencia de 300 crímenes de ETA sin aclarar judicialmente.
La crítica de la sentencia ha venido acompañada del cuestionamiento del trabajo policial realizado en torno al mayor atentado terrorista registrado en Europa. En toda investigación policial hay luces y sombras, pero la realizada por el 11-M reúne mucho más de lo primero que de lo segundo. Fue una investigación diligente puesta en marcha con el gobierno saliente de Aznar y culminada con el de Zapatero. Si hubiera algún reproche por el 11-M sería por los fallos de prevención más que por la investigación posterior.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 14/3/12