ABC 06/12/16
EDITORIAL
ESPAÑA conmemora hoy el 38 aniversario de la Carta Magna en medio de un contexto político marcado por la fragmentación y un creciente debate acerca de la necesidad de reformar su contenido para tratar de dar respuesta a la crisis institucional y territorial sufrida en los últimos años. Sin embargo, antes de plantear cualquier tipo de modificación, conviene recordar que la Constitución de 1978 no solo representa el marco jurídico que culminó la exitosa y ejemplar transición desde la dictadura a la democracia, sino que ha posibilitado la época de mayor estabilidad política y prosperidad económica de la reciente historia de España, además de garantizar los derechos y libertades fundamentales del individuo, así como la convivencia y unidad de todos los españoles. Su valor, por tanto, es incalculable. Los numerosos e importantes logros cosechados en sus casi cuarenta años de vigencia no quitan que ciertos aspectos del texto puedan ser revisados con el fin de reforzar el Estado de Derecho y mejorar el funcionamiento del sistema político y social, pero siempre y cuando exista un amplio y sólido consenso político para acometer dichos cambios, tal y como exige la ley, y se aborden con el sentido común y el diálogo que alumbró la Constitución.
La Carta Magna representa los cimientos del Estado y contiene los más altos valores del país. Por ello, un año más, resulta triste y lamentable comprobar que ciertos presidentes autonómicos, empezando por los nacionalistas, no acudirán al homenaje que celebra el Congreso en honor de la Constitución, al igual que los partidos independentistas y la extrema izquierda, con Pablo Iglesias a la cabeza. La buscada y planificada ausencia de algunos es una falta de respeto a la democracia, al espíritu de concordia de la Constitución y a todos los españoles.