Sáenz de Santamaría viajó a la capital italiana para acudir al consistorio en el que el Papa Francisco nombró cardenal al arzobispo de Barcelona, Juan José Omella. Por la mañana, la vicepresidenta del Gobierno se reunió con Parolin, el número dos de la Santa Sede y jefe de la diplomacia vaticana, acostumbrado a actuar como mediador en asuntos de política internacional, como el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos o la situación en Venezuela.
Con él intercambió opiniones sobre el anuncio de un referéndum para el próximo 1 de octubre. «El cardenal lo ha estructurado en torno a una cuestión que es fundamental. Ha dicho: ‘España es una decisión de los españoles y del conjunto de los españoles y de la democracia de los españoles. Este es un tema en que todos los españoles tienen que decidir», aseguró la vicepresidenta en un encuentro con la prensa en la Embajada de España ante la Santa Sede.
El Vaticano nunca se había pronunciado sobre la independencia de Cataluña, una cuestión que considera de política interna, y había preferido mantenerse prudente. Los obispos catalanes sí han intentando en los últimos meses ofrecerse como «mediadores» de la cuestión catalana. Incluso el recién creado cardenal aragonés, Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, ha manifestado en repetidas ocasiones la necesidad de «tender puentes» y de trabajar en favor del diálogo.
Preguntada respecto a este ofrecimiento de la Iglesia, la vicepresidenta aseguró que «si eso sirve para hacer comprender a la Generalitat que el camino emprendido no tiene ningún sentido, no tiene ninguna posibilidad y que además está cercenando otras posibilidades de entendimiento, pues bienvenido sea».
Un diálogo que Sáenz de Santamaría no rechaza, pero que ve complicado. «Es difícil entenderse con quien te dice un referéndum sí o sí y no quiere hablar de otra cosa», explicó. Aun así, la vicepresidenta reivindicó la necesidad de abrir nuevas vías de discusión, si bien puso como condición dejar a un lado iniciativas «absolutamente inconstitucionales», como el referéndum del 1 de octubre. «Creo que es posible entenderse, pero sin imposiciones y siempre dentro del marco constitucional», señaló.
La vicepresidenta del Gobierno no confirmó si hablaría en privado con el presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, que también se encontraba ayer en Roma para acudir al consistorio cardenalicio. Ambos estaban invitados a la cena organizada por el embajador español ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga, tras la ceremonia en la Basílica de San Pedro. Un acto protocolario en honor del recién creado cardenal Omella, que también estaba presente.