Iñaki Ezkerra-El Correo

  • ¿Es tan irresistible la erótica del poder que merece la pena tanto desgaste personal?

Pedro Sánchez nos partió por la mitad las vacaciones del verano pasado con aquellas generales convocadas de manera intempestiva para un caluroso y sequísimo 23 de julio, pero este verano las vacaciones se las han fastidiado a él. Entre ERC y Junts tirando de la cuerda chantajista por separado y forzándole a desplazarse a Barcelona; el PNV haciendo lo propio, o sea, reclamándole su presencia en Ajuria Enea para la entrevista que hoy tiene con Pradales y aprovechando la coyuntura para poner a la Ertzaintza en los puertos y aeropuertos; el cerco del juez Peinado obligándole a tirar de su proverbial talento epistolar y el Supremo animándose a recurrir la Ley de Amnistía ante el Constitucional, yo me temo que al hombre no le va quedar tiempo ni para un bañito en la piscina de La Moncloa.

Sí. Confieso que me produce cierta satisfacción pensar en la justicia poética de este veranito que le está tocando al presidente y en la oportunidad que le brinda de sintonizar con los españoles a los que no les llegará el dinero para lucir en septiembre ese moreno de rico que él ha cultivado otros años en el lujoso palacio de La Mareta con el dinero público. No sé si, entre viaje y viaje de trabajo (llamémosle así al agotador esfuerzo de mantenerse en el poder a base de firmar cheques de miles de millones para los golpistas del ‘procés’), se podrá permitir este hombre una escapada al paraíso canario pero sospecho que va a tener el horario ocupado en el teléfono. ¿De verdad es tan irresistible la erótica del poder que le puede a alguien merecer la pena tanta maniobra cansina, tanto desgaste personal, tanta movilización en estas extemporáneas fechas estivales, tanta reaparición escénica de viejas y paniaguadas glorias como esa Pajín a la que ha llamado a filas y que ahora viene a salvarnos de la desinformación, la extrema derecha y el populismo? En su discurso redentorista, la exministra del zapaterismo ha hecho una llamada al «blindaje de los valores democráticos construidos en estos últimos cuarenta años». Algún mérito habrá tenido la derecha en esa construcción ética y democrática porque, en quince años de esos cuarenta que Pajín señala, gobernó ese mismo PP que ahora ella demoniza. El calor debe de hacer estragos en la capacidad de cálculo de algunos y algunas.

No. No es que no me preocupe la enrevesada situación política que vive nuestro país y la agonía de un Gobierno políticamente desahuciado, sino que aún me queda cierto sentido del humor y dispongo de unos registros mentales a los que echar mano para dejar descansar el sistema nervioso, no permitir que la vida pública invada la privada y no sabotear las cenas con amigos y los buenos momentos de un delicioso verano con estos temas que reservo para mis columnas.