EL CORREO 15/10/14
TONIA ETXARRI
Los dos principales protagonistas del desafío independentista catalán se han quedado al borde del abismo. Con la marcha bloqueada y sin saber explicar a sus seguidores cómo van a seguir la ruta que, hasta hace horas, habían recorrido juntos. Como si se tratara de la escena del juego del ‘gallina’ en la película ‘Rebelde sin causa’, en el que dos conductores competían a toda velocidad con sus coches en dirección al acantilado, ayer Mas y Junqueras vivieron los últimos momentos de su carrera. Y protagonizaron las dos comparecencias más torpes que se recuerdan desde que empezó la más infructuosa de las legislaturas catalanas.
En la película de James Dean, quien primero detenía su coche, perdía. Ayer paró la carrera Artur Mas. Y perdió. Sobre todo perdió credibilidad en su electorado porque en la próxima convocatoria a las urnas (legal, se entiende) el líder de Convergència aparecerá ante los votantes más radicales como el que se arrugó, el que no fue capaz de seguir con el referéndum ante las trabas legales del Estado democrático. El que, después de haber activado todos los resortes sentimentales de los que se quieren separar del resto de España, al final se limitó a anunciar un simulacro, un ensayo, un sucedáneo de referéndum.
Porque de eso se encargarán ERC y la CUP, aunque de momento apoyen a Mas en la farsa del 9-N que tan poco les gusta concebida de esta manera. La brecha en el bloque favorable al referéndum se ha abierto dejando una separación mas que notable, una vez que Iniciativa per Catalunya abandonara la aventura. Y los mensajes de Mas y Junqueras fueron dubitativos, contradictorios. La imagen que transmitía ayer quien aseguraba que «yo no puedo hablar en nombre de nadie» era la de un dirigente tan acorralado en su soledad que necesitaba tirar por la calle de en medio. Una calle inexistente. Porque volverá a bordear la ilegalidad. Y la chapuza, de paso. Una consulta sin censo y con voluntarios. Sin garantías democráticas ni transparencia. Unas urnas ubicadas en «locales» para que todos los ciudadanos mayores de 16 años que quieran votar se registren a pie de urna. ¿Y la pregunta? Sabe que si afecta a la redefinición del Estado solo puede formularse a todos los ciudadanos españoles. No solo a una parte. No es de su competencia. Ese fue uno de los argumentos principales que manejó el Tribunal Constitucional en 2008 con la ley de consulta de Ibarretxe.