ARCADI ESPADA – EL MUNDO – 24/05/16
· La razón última de que no haya gobierno en España (ni en Cataluña: ahí creen que lo hay, pero se trata de una más de sus ilusiones) es el proceso de secesión puesto en marcha por el gobierno nacionalista. A socialistas y podémicos solo los separó el referéndum de autodeterminación, por más que quisieran disimularlo con heroicos afeites. Ahora la situación es distinta. El Partido Socialista de Cataluña acudió a las pasadas elecciones generales habiendo rectificado su postura sobre el llamado derecho a decidir que había defendido Pere Navarro, el anterior primer secretario.
Ahora ha vuelto a él, por boca del actual máximo responsable, Miquel Iceta, de la promoción de la alcaldesa de Santa Coloma, Núria Parlon, cuyas opiniones nacionalistas son antiguas y conocidas, y hasta de la entrada de los socialistas en el gobierno de Ada Colau. Naturalmente eso no quiere decir que el Psoe reivindique ese supuesto derecho; pero la fractura entre los socialistas catalanes y los del resto de España respecto de este asunto es la novedad máxima de estas elecciones. Cataluña, como Andalucía, es una comunidad clave del voto socialista.
Sobre la autodeterminación y sus consecuencias hay dos criterios: algunos socialistas catalanes piensan que reivindicarla les permitirá recuperar un voto que se ha ido al partido Podemos; para otros es un grave error del que va a beneficiarse Ciudadanos. Si los socialistas obtienen un buen resultado en Cataluña, y las circunstancias generales del voto hacen plausible un gobierno de Pedro Sánchez, la presión del Psc para un pacto de izquierdas que incluya alguna variedad de la autodeterminación colocará al Psoe en un serio conflicto interno.
El desplazamiento de una parte de los socialistas hacia la autodeterminación como manera de afrontar el conflicto catalán introduce una cierta inestabilidad en el habitual eje electoral derecha/izquierda. Es probable que una de las razones por las que el principal problema político español no formó parte del debate en la anterior campaña fuese el acuerdo de fondo entre populares y socialistas de no fragmentar la soberanía constitucional. Ahora ese acuerdo vacila. Habrá que ver cómo afecta al discurso de los partidos en la campaña. Y en qué medida puede evitar una repetición mecánica de los resultados paralizantes de diciembre.